Capitulo 4

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Se asomó el primer rayo de luz por mi ventana lo que me indicaba que era hora de empezar el día.

Con una pollera negra y unos shorts azules bastaba para el día caluroso de verano que me esperaba  el reto del día. Tomé mi caña de pescar, un balde y un matillo lista para ir a buscar a Raimundo, o mejor despertar y esperar hasta que estuviera listo ya que nunca le ha gustado levantarse temprano.

Las personas ya comenzaban a colocar sus puestos de artesanía, cuadros y joyería por calles. Esperanzados, como todos los días de sus vidas que alguien le comprara algo, y asi tener un poco mas de dinero para sobrevivir.

Antes de  llegar a la casa de Raimundo vi un letrero donde avisaba el inicio de la temporada de caza de conejos, pájaros y venados. Saqué el papel del poste de luz donde estaba pegado y como sé que a Raimundo le interesará se lo lleve.

Golpee  la puerta 2 veces pero no me abría nadie, lo que era una clara señal de que Raimundo todavía dormirá y muy profundo.  Aunque la casa de Raimundo era un poco mas grande que la mía, no era segura como ninguna de las casa que estaban en la isla, a excepción de la casa de los Slim. Solo tuve subir por unas cajas acomodadas en la parte de atrás de la casa y llegar hasta el techo, allí una lata que sobresalía era la entrada perfecta a la casa de Raimundo. Como su casa no tiene un techo alto fue muy fácil saltar del techo al suelo. Me encontraba en la cocina lo que me indicaba que tenía que salir de la cocina y dirigirme por un pasillo hasta el cuarto de Raimundo. Al abrir la puerta me encontré con Raimundo durmiendo plácidamente.

Quería despertarlo pero de una forma poco común, en donde se despertase sobresaltado y un poco enojado porque no va a poder seguir durmiendo. A si que se me vino a la mente un grito muy agudo junto con un salto sobre el. Me paré en la puerta de la habitación, gritando y corriendo me tiré sobre su cuerpo dormido haciendo que se despertara de inmediato. Todavía seguía sobre él  cuando empezó a quejarse por la manera de despertarlo, mientras yo me ahogaba en carcajadas.

Raimundo me tomó por la cintura, y de un segundo  otro ya no era yo la que estaba encima de el, sino que, el estaba encima mío. Soltó una corta distancia separaba nuestras caras, en especial nuestras bocas. Nos quedamos mirándonos en silencio y largo rato hasta que Raimundo cortó el acto.

-Si no me dices que pare puedo seguir hasta eliminar totalmente la distancia entre nosotros-dijo hablándome en el oído, mientras reía.

-No te atreverías-afirmé.

-Oh…claro que si me atrevería. Duermo desnudo, ¿sabes?.

  Me empecé a mover para todos lados, no quería estar en esas condiciones con Raimundo, menos que el esté sobre mi en esas condiciones. Gritaba-¡Suéltame, suéltame! ¡Raimundo déjame ir!-pero el no me soltaba, solo se reía muy fuerte. No podía seguir soportando ésta situación así que opte por la única opción que me quedaba. Lo mordí dejándole marcado mis dientes en su brazo izquierdo.

-¡Ah!-gritó de dolor-¡Eres una bestia, caníbal!-dijo sobándose el brazo.

-No tenía opción. Ahora quítate de encima-lo aparte de encima mío, me paré y me di vuelta rápidamente antes de que viera algo que no debía-¡Vístete, ahora!.

-Algún día verás a un hombre desnudo, ¿sabes?, y ese día llegará en menos de 3 meses asi que ándate  acostumbrando-dijo y salió del cuarto vistiendo una pollera blanca manga corta y unos jeans rotos.

Caminamos hasta llegar a la orilla del rio. Raimundo llevaba las cosas y yo solo caminada, mejor corría a su lado. El era muy alto y tiene las piernas muy largas por lo que un paso de el eran siete míos.

Llegamos a la orilla del rio, nos sentamos y yo lancé la caña de pescar al agua mientras Raimundo se recostaba en el pasto cuando se escuchó un disparo que lo sobresaltó.

En un lugar muy lejano.Where stories live. Discover now