Cápitulo 1.

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No sé exactamente que hora es, pero los tenues rayos de sol que se filtran a través de las rendijas de la ventana, me hacen saber que debe ser de madrugada.

Parpadeo varias veces para acostumbrarme a la poca iluminación de la habitación. Todo está en silencio y en penumbra, y todos mis sentidos se ponen alerta cuando escucho un ruido procedente de la cocina.

— ¿Evan? —susurro. Otro ruido se escucha, y repito su nombre una vez más.

Pasan unos segundos hasta que mi hermano asoma la cabeza por la puerta. Está vestido con sus vaqueros, pero se ha cambiado la camisa. Lleva enfundadas sus armas a los costados, y frunzo en el ceño con confusión.

— ¿Vas a salir? —pregunto, la idea de que me deje sola con Lía, no me parece del todo conveniente.

— Solo por un rato, iré a explorar la zona, y ver si puedo encontrar algo de utilidad —dice y se acerca a mí. Deja un casto beso en mi frente y luego mira a Lía— Cuida de ella. Si ocurre algo ya sabes que hacer, dejaré la llave de la puerta de atrás en la habitación. Volveré pronto.

Asiento, y me dejo caer de nuevo en la cama. Evan suspira y coge su mochila antes de desaparecer por la puerta de atrás. El sueño se ha disipado de mí, y me doy cuenta de que Lía esta despierta cuando giro la cabeza para encontrarme con sus grandes orbes verdes mirándome.

— Hola corazón —le digo. Me incorporo en el colchón y le pregunto:— ¿Quieres desayunar algo?

Ella asiente y gateo hasta alcanzar mi mochila, de la que saco unas barritas energéticas más un paquetito de galletas.

— ¿Y Evan? —dice, mirando hacia ambos lados de la habitación.

— Salió un rato. Quedate aquí cielo, iré a asegurar la casa.

Me levanto de un salto, y me encamino hacia el baño, abro el grifo, con la esperanza de poder lavarme la cara aunque sea un poco. El agua empieza a salir, haciendo grumos. Hago una mueca con disgusto, y espero hasta que el agua empieza a salir limpia y pura. Ahueco mis manos bajo el agua, y las lleno, llevándome luego el agua a la cara, y un escalofrío me recorre la espina dorsal cuando noto el agua helada contra mi piel.

Estoy secándome, cuando de pronto un ruido me distrae, haciendo saltar todas mis alarmas. Me relajo, pensando que tal vez pueda ser Lía jugando, pero mi nerviosismo vuelve cuando escucho voces procedentes del exterior de la casa.

Corro de vuelta a la habitación, y Lía me observa con miedo, mientras susurra:— ¿Quienes son Emma?

— No lo sé, pero sean quienes sean no deben descubrirnos —respondo, y mis nervios aumentan.

Un fuerte golpe me hace saltar en mi sitio, y sospecho que están intentando abrir la puerta. Quieren entrar. Reacciono cuando oigo otro fuerte estruendo, y cojo mi cuchillo enfundándolo en mi cinturón, a la vez que cojo a Lía en brazos y mi pistola.

— Em —murmura con miedo, y la tranquilizo como puedo. Estoy asustada. Estoy asustada por el hecho de que son personas las que están ahí fuera, y yo estoy sola con una niña a mi cargo. Evan no está, y maldigo en mi mente por eso.

Hubiera preferido a los caminantes, con ellos podría ganar tiempo, pero con las personas es diferente. Van a tirar la puerta, y no sé que va a pasar si nos encuentran.

Corro por el estrecho pasillo hasta llegar a las escaleras, donde decido dejar a Lía escondida, lo más importante ahora es ella. La siento debajo de las escaleras, y le susurro unas cuantas palabras tranquilizadoras.

— Lía, escúchame bien cariño, necesito que te quedes aquí, quieta y calladita ¿sí? —ella niega con la cabeza y tira de mí, para que me quede con ella, sé que tiene miedo— Vamos pequeña, volveré por ti, lo prometo. Ahora necesito que te quedes aquí, para que yo pueda alcanzar la llave de la puerta de atrás, y marcharnos.

Sobrevive [Carl Grimes]™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora