Prólogo

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-Que no Louis, déjala que diga quien es realmente-exigió Elliot desde su posición fingiendo una sonrisa que en realidad me era más parecida a una mueca de desagrado.

Louis suspiró y encaró a su hermano por milésima vez en la noche haciéndome estremecer.-Escucha bien lo que te voy a decir hermanito, o dejas de hablar o te haré callar y sabes que no soy muy indulgente que se diga.

Louis y Elliot según yo sabía tenían ya bastante tiempo sin ser cercanos, es más, parecía que Elliot haría cualquier cosa por encabezar a su familia, por favorecer al apellido Tomlinson. 

¿Cuántas veces había oído a mi familia maldecir aquel apellido? Y cuántas lo había maldecido yo... El rencor hacia aquella familia cada día se había ido alimentando más y más hasta que un día no podía oír ni nombrar a aquellos que competían contra mi padre. Pero eso cambió claro...

El pánico no tardó en instalarse en cada fibra y hueso de mi cuerpo. Aún parecía que no me había dado cuenta de con quién estaba tratando, después de todo lo que me habían hecho. Después de haber estado semanas aquí encerrada. 

Miedo, tenía tanto miedo que apenas podía moverme. Ellos eran de la familia de la que tanto había hablado mi padre, de la que tanto me habían advertido. Y aquí estaba, frente a la mitad de ellos y era tarde. Muy tarde para arrepentirse. 

Durante los últimos diecisiete años había permanecido en mi propia torre siendo protegida por todos para no ser nunca tocada por aquella terrorífica familia. ¿Pero de qué había servido? La amenaza estaba frente a mí, pero en vez de salir corriendo, lo único en lo que podía pensar era en aquella mirada zafiro. En mi contrario, en mi enemigo, en Louis... En qué pasaría ahora.

En la persona de quien me había enamorado.

-Miller.-pronunció Elliot esta vez con una sonrisa en su rostro. Una sonrisa llena de resentimiento y asco.

De repente Louis giró su cabeza hacia mí, el sabía perfectamente que significaba ese apellido, miles de veces le avisé de lo que eso significaba y de lo que pasaría si alguien que no debía lo descubría. Y ya era tarde, lo sabían. Sabían quien era yo.

No era capaz de descifrar que parte dominaba más en la mirada de Louis, si el dolor o esa parte despiadada a la que tanto miedo tenía, esa parte de él que mataría por salvar todo lo que amaba.

Nunca quise hacer caso a mi padre, nunca, pensaba que exageraba, pero cuando Louis volvió a mirarme con aquella mirada profunda y aterradora que reconocía de los primeros días en los que nos conocimos, cuando me miró así, entonces me di cuenta de que estaba más que en peligro. 

La familia Tomlinson era peligrosa.

Louis era peligroso.

Pero tal vez, él ya no lo era para mí.


Editado el 15/08/2016.

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