Sus manos temblaban

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Sus manos temblaban, aun sentía latente el suave tacto de sus manos, hace unas horas se había entregado a él, sentía su fragancia, su olor varonil, el calor de su cuerpo y las huellas que había dejado en su piel.

Aquella noche fue diferente, escrito entre el silencio fúnebre se había pactado una despedida, ella se comportó alegre y tierna, el romántico, apasionado, entre esas cuatro paredes se permitieron decir palabras que entraban en la categoría de prohibidas, ambos suspiraron, llenaron la habitación de gemidos y no dudaron en caer rendidos en los brazos del otro.

Minutos después, cuando ella empezó a escuchar su respiración pausada y estuvo convencida de que él se había dormido, se deslizo suavemente de sus brazos y se posó justo enfrente de él.

Dormía tranquilo , satisfecho , su rostro gritaba victoria , fue en ese preciso momento cuando ella sintió la indignación subir por su torrente sanguíneo, él no la amaba y en cada encuentro se encargaba de hacerle saber que sería solo una noche más de sexo, un solo compartir cuerpos y matar las ganas, ella lo sabía, conocía sus intenciones y aun así, cada noche terminaba rindiéndose ante sus ojos , su sonrisa y la promesa de que en una habitación el calmaría todas sus penas aun cuando claramente esa no era su intención.

Sus manos empezaron a moverse en su espalda, en su cuello, en su mandíbula, hasta llegar a su despeinado cabello -te amo -susurro ella.

Él se movió inquieto en la cama y volvió a sonreír entre sueños, ella recordó meses atrás cuando aquel gesto la habría matado de ternura, recordó como antes podía llamarlo amor mientras el le juraba que ella era la mujer de su vida

No hay palabra que describa lo que en aquel momento paso por la mente de ella, no hay sensación para definir el frio que le atravesó el alma, no sabría decirles de donde vino aquel impulso que la llevo a ir corriendo hasta la cocina , tomar aquel afilado cuchillo que la llamaba y volver con la vista dilatada a los pies de su amado.

-Sabes que un día me enamoro tu ternura y esa forma tan tuya de tratarme, de hablarme de querer cuidarme, hoy eso sigue siendo bonito, pero no para mí, digamos que ahora eso me parece demasiado - su mente replico aquellas palabras con tanta perfección que aún se sentía dentro de un sueño cuando clavo la primera puñalada en aquella simétrica espalda donde tantas veces suspiro

"No puedo seguir contigo, ya no eres con quien quiero estar, somos tan jóvenes y siento que este amor se nos salió de las manos, necesito vivir otras experiencias, quiero otras cosas en mi vida, no quiero un tonto romane de niños, pero también quiero que entiendas que no iba a estar toda la vida contigo, esta etapa debe terminar" -aun podía ver sus ojos y el gesto de suficiencia que él había puesto aquella tarde mientras rompía su corazón, esta vez su mano ni tembló al clavarle la que sería su segunda puñalada.

-sé que dije que deberíamos dejar de vernos, pero nuestros cuerpos se siguen buscando, pase lo que pase tu siempre me vas atraer, sé que me deseas, después de todo soy el único hombre con quien has estado - aquellas solían ser las palabras que el usaba como excusa para buscarla cada vez que su cuerpo pedía un poco de ella, o cuando ya no tenía un nuevo encuentro que presumir con sus amigos.

Sus ojos se empañaron de lágrimas, sangre caía de todas partes y el intentaba decir palabra alguna aun cuando en su rostro se marcaba el completo asombro, ella se acercó a él y beso suavemente sus labios, fue un dulce beso, de esos que durante meses ella se había estado cohibiendo, lo beso una y otra vez y en cada beso susurraba un te amo antes de propinarle una nueva puñalada.

Cuando entre sus brazos yacía ya solo un cuerpo sin vida, ella volvió a besarlo, segura de que aquel si sería la última vez, suavemente y con la tranquilidad que sola da saber que has dejado bien lejos tu pasado se dirigió al baño, lavo sus manos, peino su cabello y luego se vistió.

Antes de salir de aquel pequeño departamento miro por última vez a su amante sin vida, ella sabía bien que una vez que amara seria para siempre, no había tenido alternativa, él era intermitente en su vida, ella era incapaz de alejarlo y él no quería quedarse.

La ciudad se tornaba cada vez más fría y ella seguía con su rostro calmado y sin emoción alguna, cualquiera que hubiera visto aquella situación habría asegurado que su amor era obsesivo, que ella estaba demente, solo aquel que hubiera amado con tanta pasión y entrega hasta perder cada parte de sí mismo habría entendido que ella hizo lo único que podía salvarlos, ella fue valiente, fuerte, ella hizo por primera vez lo que todo el mundo le aconsejaba, tomo las riendas de su vida.

Si, lo mato, acabo con su vida, ella lo hizo ya que no tenía opción, solo así dejaría de buscarlo, nunca pudo decirle que no, nunca pudo decir aléjate no me haces bien, ella solo supo clavar un afilado cuchillo en su corazón.

Dicen que hay amores que matan, pues bien hoy era hora de contar de aquellos amores que nos hacen matar.

Hay amores... FINALISTA XX CONCURSO NACIONAL DE CUENTOWhere stories live. Discover now