Melpomene, la musa de la tragédia

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Tal vez Grace no tomó la mejor decisión, pero casi que se vio obligada a hacerlo. Tenía frente a ella el cadáver de Rose Miller, la joven que le había robado su vida.

Grace recientemente había sido víctima de un intento de asesinato y cuando despertó del coma en el hospital nadie estaba allí, eso le preocupó. Cuando llegó a su casa su propio marido la echó de esta porque según él, Grace no formaba parte de su vida, es más James aseguraba no haberla visto jamás. Decidió quedarse y averiguar que pasaba. Por la ventana del porche de la casa vio a Eric, su hijo, jugando con los muñecos que ella misma le había reglado poco antes de que aquella silueta borrosa y enmascarada la atacará de camino al trabajo. Grace intentó llamar la atención del pequeño dando suaves toques al cristal para que James no se diera cuenta, el niño la vio y le sonrió, parecía que él si se acordará de su madre, Eric se acercó a la ventana y con sus pequeñas manos intentó tocar a Grace, ella también lo intentó, aunque claro, en vano. Sus ojos se llenaron de lágrimas, no estaba dispuesta a perder todo lo que tenía, por lo menos no estaba dispuesta a perder a su inocente hijo. De repente Eric apartó su mano del cristal y su mirada de su dulce madre, este corrió hacia la cocina, al parecer su padre lo llamaba, Grace desde su escondite no podía apreciar bien lo que ocurría, pero si pudo ver como de la escalera bajaba una joven muy alta y delgada, con cabello rubio y rizado y ojos azulados. Llevaba un vestido estrecho y blanco que marcaba su cuerpo, digno de pasarela. Se lucia como si supiera que Grace la observaba, posiblemente así era. Nada había cambiado excepto quien interpretaba el papel de madre y esposa. Los posteriores días Grace se dedicó a ver el día a día de su familia como si de una obra se tratará y ella fuera la única espectadora. Se centró en los pasos de su suplente. No podía aguantar el ver a Rose cogiendo al pequeño Eric, no podía aguantar las  miradas tan apasionadas entre su marido y la joven, no podía aguantar el estar sola, no podía aguantar el ver crecer a su hijo sin estar aparentemente presente. Grace iba a intentar recuperar su vida.

Esperó unas calles más abajo del edificio donde trabajaba Rose, ella siempre pasaba por ahí a las seis de la mañana. Lo único que iba a ayudar a conservar la identidad de Grace era una máscara teatral. Justo a la hora prevista la joven pasó, Grace se abalanzó sobre ella y la arrastró a esa misma calle, en la que el tránsito era nulo. La obligó a sentarse en el suelo. Ni ella podía creer lo que estaba apunto de hacerle. Sacó la pistola del bolsillo de su chaqueta con la mano temblorosa y apuntó a Rose, está intentó dialogar o llegar a algún acuerdo, pero el gatillo fue presionado. Grace dejó caer la pistola y cerró los ojos para evitar ver la horrible escena que ella misma había creado, no podía creer lo que acababa de hacerle a esa mujer, al escuchar un llanto los abrió pensado que pertenecía a Rose , pero era el suyo propio. 

Tal vez Grace no tomó la mejor decisión, pero casi que se vio obligada a hacerlo. Tenia frente a ella el cadáver de Rose Miller, la joven que le había robado su vida.





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