Carta de despedida.

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Nunca pensé que llegaría a este punto.
Miro hacia atrás y no encuentro el momento exacto en el que todo esto comenzó, no encuentro cuando las palabras se convirtieron en golpes, no encuentro nada que me indique que tus promesas se iban a cumplir; no me encuentro a mí, y si he llegado a este punto es porque sé que nunca más me volveré a encontrar.
Un montón de recuerdos me ciegan la mente, como una espesa niebla en una noche de invierno: porque mi vida es la noche, oscura y vacía de cualquier muestra de vida y yo el invierno, helada por los fríos golpes que han marcado mi cara una y otra vez.

Ahora no sé a quien echar la culpa. ¿A ti? No, si yo no lo hubiera consentido desde la primera vez... Si yo no lo hubiera dejado pasar... Si habría racionado... No, tú no puedes ser el responsable. ¿Yo? No, yo tampoco puedo serlo, yo ya soy la víctima y un actor no puede interpretar dos papeles en una misma escena.

Llevo esperando demasiado tiempo a que la cosa amainara, y en mi estado actual de vida cada segundo que pasa se hace eterno. Pendiente de que cualquier estímulo del exterior pueda perjudicarme. Asustada cada vez que oigo sonar el teléfono.
Paralizada. Por el miedo, el miedo que tú me has provocado todo este tiempo atrás.

No me extenderé demasiado, porque vosotros habéis sido testigos al igual que yo de mi historia, y muchos, desde fuera, la habéis podido observar con mayor claridad que yo; ciega a los sentimientos y emociones, porque nada de lo que os pueda contar os resultara nuevo.

Os quiero, a todos aquellos que lean esta carta.
Incluido a ti, tú has sido el responsable de que te ame desde el sufrimiento de la primera bofetada hasta la satisfacción que sienta cuando mi cuerpo impacte contra el asfalto. Porque muerta llevo ya algunos meses, ahora lo único, que no me volveréis a ver.




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⏰ Última actualización: Nov 13, 2016 ⏰

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