VII. Él cajón de los recuerdos

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"Y es que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos, son los recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno".

Sin quererlo ni esperarlo todos aquellos recuerdos que luchaba por mantener en el fondo de mi subconsciente vinieron a mi.

"Después de salir de aquel infierno llamado orfanato me encontraba bajo la lluvia con lágrimas en los ojos que eran confundidas por pequeñas gotas de lluvia.

Lloraba no solo por el dolor sino por la impotencia.

<<Quien quiera que fueran mis padres no tenían corazón, o dejaron de tenerlo desde el día que me dejaron tirada en este lugar>>

Una vez en la salida del instituto crucé las puertas con un nerviosismo que no me dejaba pensar, solo quería poder escapar del dolor del orfanato y esperaba que ese fuera el mejor lugar para ello.

Me dirigí hacia la clase que me correspondía según un papel que se encontraba pegado en la pared.

La mala suerte o qué sé yo, hizo que chocara con una chica de más o menos mi edad y no solo yo caí al suelo, sino también mi gorra.

—Aparta de mi camino —me miró con cara de asco —bonito pelo —se burló y a su alrededor muchos comenzaron a hacerlo mientras otros me miraban con una mezcla de asco y pena.

Asustada y avergonzada me levanté del suelo y salí corriendo  con la gorra en la mano en busca de un baño. Entré en el primero que vi y lastimablemente no era el que me correspondía.

Me miré en el espejo aguantando los innumerables sollozos que luchaban por salir a través de mis labios.

«no seas estúpida, no llores, patética» miraba mi reflejo con odio por ser tan débil.

Un chico interrumpió mis pensamientos saliendo de uno de los cubículos.

—¿Este es el baño de chicos? —miré con los ojos como platos a aquel sujeto que se encontraba frente a ella, tenía el pelo negro y unos ojos marrones de los que no podía apartar la vista.

—Claro que sí idiota.

—Perdona.

—Aparta de mi camino —chocó su hombro contra el mío haciéndome chocar contra la pared.

No quería ser una gallina y dejar que cualquiera se metiera conmigo, así que en ese momento decidí empezar con la ardua tarea.

—Mi nombre no es idiota, tal vez ese pueda ser el tuyo, pero el mío es Paula.

—¿Perdona? —me fulminó con la mirada y me vi obligada a mirarlo fijamente intentando ocultar el miedo y deseando que no escuchara los latidos de mi corazón que iban aumentando a medida que lo tenía más cerca

—Perdonado idiota —le guiñé un ojo y me comencé a alejar hacia la puerta.

Antes de que pudiera salir él me dio la vuelta y me estampó contra la puerta, poniendo su cuerpo contra el mío de tal forma que me impedía escapar.

—Mira niñata de mierda, aquí la idiota eres tú, aquí la que debe pedir perdón eres tú —me miró fijamente a los ojos, haciendo que bajara la mirada —. Seguro que nadie te quiere, escuché que eres huérfana, tal vez por lo patética que eres tus padres te abandonaron al ver la clase de hija que tendrían, das pena.

Me soltó y empujándome a un lado salió de los baños, dejándome allí, enfadada conmigo misma y enfadada con todos. Tal vez tenía razón en lo que dijo, al fin y al cabo no estaba tan equivocado.

Salí de allí sin levantar la vista del suelo, me sentía avergonzada por ser tan patética y dejar que me afectaran las palabras de un completo desconocido, pero es que los humanos somos como los niños: si les repites mucho una cosa, se la acaban creyendo.

A mi me habían dicho cosas peores, por lo que tal vez aquel chico no estaba tan equivocado, tal vez la gente tenía razón.

Seguí caminando hasta llegar a un árbol que se encontraba en el patio, con la espalda contra él dejé soltar todas las lágrimas acumuladas hasta el punto de que empecé a sentirme asfixiada, era como si estuviera en un laberinto rodeado de serpientes, sentía que en algún momento me alcanzarían. No podía respirar, intentaba contar las respiraciones pero era imposible.

Poco a poco todo se fue volviendo borroso y la luz se convirtió en solo oscuridad.

Horas siguientes desperté en la enfermería. Acababa de tener mi primer ataque de pánico."

Hola, espero que la haya gustado este capítulo, es demasiado triste, pero como sabéis, antes del sol viene la tormenta.

Dejadme aquí en los comentarios cuál es vuestro mayor miedo.

Besosss

Muñeca rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora