3►Preguntas

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María.

Me levanté de un saltito del sofá y le quité a Carlos la llave que tenía en la mano. Me encaminé hacia la puerta prohibida con aires de superioridad.

–Me siento importante, soy la única que puede entrar aquí, ¡ja!– dije antes de introducir la llave en la cerradura, abrir, entrar, y volver a cerrar a mi espalda.

Me apoyé en la puerta y suspiré. No entendía por qué mantenían esta habitación tan a lo secreto secretísimo. Vale que no mucha gente supiera usar lo que hay aquí dentro, pero tampoco es que les fuera a dar un infarto por verlo.

Me encaminé hacia la silla giratoria y me tiré en ella, dejándome llevar hasta la pantalla del ordenador principal. Porque había tres pantallas, y solo dos teclados. Una de ellas era táctil, y era mi favorita. ¿Por qué? No lo sé, tampoco es que la tuviera que usar para nada importante, pero echaba de menos tocar algo táctil, ya que Carlos seguía empeñado en no darme mi móvil. Así que me tenía que conformar con esa mierdecilla táctil.

Me recogí el pelo en una coleta lateral y encendí todo el sistema. Se encendió en unos pocos segundos. Tenía un procesador realmente muy bueno. Pero la memoria RAM dejaba un poco que desear, tanto tecnicismo para que se bloqueara cuando intentaba hacer más de cinco operaciones a la vez.

Negué con la cabeza y estiré el cuello antes de llevar las manos al teclado.

Pero entonces abrieron la puerta. Giré la silla para ver a Carlos cerrando la puerta detrás de él y repeinándose. Le ignoré y volví a darme la vuelta para empezar con la tarea de hoy.

–¿Cómo vas?– preguntó acercando otra silla que había debajo de la mesa de la impresora.

–Acabo de entrar, no me ha dado tiempo a hacer nada todavía.– respondí, sin mirarle.

–Me refiero en general.– dijo él, con tono de reprimenda.

Abrí varias carpetas del escritorio.

–Espera que no me acuerdo donde lo tenía guardado.– dije mordiéndome el labio.– Pero está aquí, estoy segura.

–Eres un desastre.– afirmó él.

–Pues este desastre ha conseguido todos los planos del edificio en menos de cuarenta y ocho horas y sin autorización. Incluyendo el plano del sótano, que es donde está el sistema central de seguridad.– dije abriendo el archivo que mostraba la planta más baja del hotel.– Esta es la entrada– dije, señalando la pantalla.–, y por aquí, bajando media planta, se llega a los sistemas de vigilancia y seguridad. Y el punto rojo, es mi destino allí.

Sonreí con autosuficiencia y me apoyé en el respaldo de la silla. La hice girar con los pies para mirar a Carlos, sintiéndome poderosa y superior.

–Genial.– dijo él, sin más.–¿Y hoy qué piensas hacer?

–Pues no se si hoy podré, pero en estos días venideros, quiero recopilar todos los horarios y turnos de trabajo de los empleados para ese día.

–¿Eso se puede hacer?– preguntó él, hincando los codos sobre las rodillas y sujetándose la cabeza con las manos.

–¿Lo dudas?– dije desafiante.

Él se rió y se levantó. Le seguí con la mirada hasta que ya estaba detrás de mí y no pude verle, y volví a colocarme frente a la pantalla. Abrí la navegación privada de Google.

Carlos se apoyó en el respaldo de mi silla, inclinándose hacia delante. Su cabeza quedó al lado de la mía, detalle que intenté ignorar y seguir con mi trabajo.

Otra historia / Spin Off SDE / (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora