Carta de luz de luna.

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Cuando llego a casa es de noche, no he parado de llorar en todo el día, lo único que hago es lanzarme a la cama, y sujetó la carta en mi mano fuertemente, que ya está un poco arrugada porque mis manos tiemblan por el miedo que tengo a leer sus palabras, a leer de su letra, y por primera vez tengo miedo de las palabras.

Abro cuidadosamente la carta, sabiendo que si no la leo ahora nunca seré capaz de hacerlo.

Suspiro al ver su letra,
al ver su alma.

Querida Isabel:

Sé que estarás leyendo esto cuando yo ya no este, cuando ya no vuelva,
pero eso no significa que no te siga viendo,
que no te siga amando.
Lo hago, te cuido desde donde estoy como si aún estuviera junto a ti,
como antes.
No quiero que le des la espalda a la vida, quiero que la vivas al límite, quiero que te diviertas, que goces de la libertad, vive la vida lo más que puedas, conoce gente, conócete a ti misma, no permitas que mi muerte te convierta en otra.
Te amo, siempre lo haré aunque las palabras estén ausentes,
aunque el viento se lleve mis palabras al olvido. Siempre estaré a tu lado, gracias por tu amistad, gracias por tu cariño, por tus abrazos, por tus besos, por las miradas, las sonrisas, las caricias, tu fe en mí, la esperanza, gracias por tu amor.

Empecé a escribir esta carta varias veces, pero ninguna palabra de este mundo ni de ningún otro lograrán expresarte el amor que siento por ti, cuando escribía la tinta se acababa, las palabras escapaban de la página, nunca tuve el coraje de decirte las infinidades de cosas que quise decirte mientras pude.

Espero que me perdones.
Se fuerte, por mí y por ti, por los dos, vuelve a enamorarte, sé que lo harás y cuando lo hagas quiero que lo veas como realmente es, y no porque se parece a mí, no porque él te recuerda a algo acerca mío, hazlo por ser quien es, no decidas darte por vencida antes de llegar a la meta.
Siempre te amaré, aquí en el cielo contemplare a la única maravilla que creo Dios.
Tú.
Espero que algún día nos volvamos a encontrar, que algún día estemos juntos como siempre lo hicimos.
Algún día.
En el infinito.

Lo único que me queda es decir Gracias,
por los momentos que me diste,
por el tiempo que pasamos juntos,
por toda nuestra historia, y recuérdame al acostarte, recuérdame para que pueda estar a tu lado, porque si no me recuerdas me desvaneceré, recuérdame para que tu alma siga conectada de alguna manera a la mía, y recuérdame porque me amas, tal como yo te recordare aquí en la eternidad, aquí en el cielo, cuando el viento te envuelva ese será mi abrazo, y cuando tus labios estén fríos recuerda que son mis besos, serán fríos como mi piel pálida que yace bajo tierra, serán fríos como el hielo, ¿pero no es que el hielo también es capaz de quemar?

Mis últimas palabras son sólo tuyas Isabel.
Te amo y siempre lo haré.
Vive, vive bien.

P. D: Adjunto a esta carta mi corazón,
que lo has tenido desde el día en que te vi,
que lo posees en la palma de tu mano pero, que te lo volvería a dar mil veces para que recuerdes que te pertenezco y que siempre fue así y siempre lo será.

Con mi último grito de vida y mi último aliento se despide tu amado,
se despide un amigo,
se despide una mitad de corazón.

Daniel J. Stewart.
Por siempre tuyo.

Rompí a llorar.

Una carta desde las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora