Vanesa estaba estática a mi lado, con los ojos fijos en el que supongo será mi psicólogo.
Y es comprensible, no es para nada un hombre mayor y canoso lleno de experiencia y anécdotas sobre sus tiempos mozos, como pensábamos.
Todo lo contrario.
Era un chico joven que aparentaba unos 23 años. Era alto, delgado y fuerte.
Rubio y de ojos pequeños color avellana, ocultos tras unas gafas de pasta blanca.
Vestía una camisa blanca con americana y vaqueros negros.
-Pasad chicas. ¿Cual de las dos es Layla Jones?
Le di un empujoncito a Vanesa para que reaccionará y mientras entrábamos, le indiqué que era yo.
-Perfecto. ¿y tu acompañante?
-Es Vanesa, mi mejor amiga y ha venido a acompañarme.
Él le estrechó la mano a mi amiga y luego a mi y nos dejó sitio en un gran sofá blanco en medio del salón.
-Encantado chicas, yo soy Sebastián Castle, contadme.
Terminé de colocar silla de ruedas al lado del sofá y le conté lo que me dijo el médico.
-Verás Layla, a veces nuestro cerebro es más potente de lo que creemos, por eso aunque tus huesos ya estén curados casi completamente, no has recuperado la movilidad. Así que si te parece bien, durante las sesiones siguientes vamos a hablar sobre los factores que influyeron a tu depresión y sacaremos aspectos positivos y mejoras. Sólo debemos utilizar tres normas.
Asenti con la cabeza todavía un poco nerviosa.
-¿Cuáles?
-1- pensar siempre en positivo, no podemos volver a recaer.
2- alejar tus recuerdos de antiguos amigos.-- Vanesa carraspeo por lo que Sebastián se corrigió.
-- Quiero decir a los que no te hayan sido fieles.
3- nunca perder demasiado los nervios para no llegar a un estado de ansiedad que nos haga retroceder.Asenti nuevamente.
La verdad estaba bastante de acuerdo, me parecía un hombre bastante razonable y me había caído bien.
Y no parecía la única.
-Gracias señor Castle.
-Oh por favor, no me llaméis señor Castle. Ese es mi padre.
Eso nos sacó una pequeña sonrisa y Sebastián nos acompañó a la puerta.
-Siento no poder atenderos más pero tengo un compromiso.
-No se preocupe, lo entiendo, muchas gracias. - El me ayudó a pasar la rampa con la silla para no salir volando.
-Un placer de veras. ¿podrías volver mañana?
-Claro.
-Perfecto.
Cerró la puerta y Vanesa me miró todavía un poco parada.
-¿Puedo volver mañana contigo? - me preguntó de repente, a lo que reí.
-¿Te gusta mi psicólogo? - ella comenzó a andar hacia el coche evitando mi pregunta.
Yo rodé detrás de ella y no pude evitarlo así que grité:
-¡A mi mejor amiga le gusta Sebastián!
-¡Callate!
-¡¡¡Lo ama!!!
-¡LAYLA QUÉ TE DEJO AQUÍ EEH!
Reí y me metí con su ayuda en el vehículo.Por el camino tampoco pude resistirme y estuve cantando como una niña pequeña para chincharla.
Aparcamos en el centro, al lado de un pequeño parque solitario.
Ya había caído la noche y cuando salimos a la calle vimos a un par de hombres colgando luces de Navidad por todas partes.
Me encanta la Navidad, es tan bonito todo y hay luces, dulces y decoraciones por todas partes y la felicidad inunda las calles y a los que andan por ellas.
-¡Mira Layla!
Vanesa me hizo mirar hacia el centro de la plaza.
-Wow. - había un árbol de navidad enorme que estaba decorado con espumillones kilométricos y bolas del tamaño de mi cabeza.
Era precioso.
-Vamos a hacernos una foto Vanesa.
Ella corrió hacia mí y sacó su teléfono, se agachó un poco para estar a la misma altura que yo y con la cámara interna nos hicimos un selfie.
-Perfecto, salimos cuales divas.- reímos y observamos la foto atentamente.-- Vane mira.
Señalé una figura humana en el fondo de la foto.
Era alta y fuerte, llevaba una sudadera negra con capucha que le tapaba completamente el rostro.
Tenia una mano alzada y en ella una lata de pintura en spray.-¡EEEY! - gritó alguien a nuestra d espaldas.
Al girar nos vimos a la misteriosa sombra corriendo hacia nosotras y un hombre de los que ponía luces detrás.
-¡Vanesa!
La sombra arroyó a mi amiga haciendola caer de espaldas y pude ver que era un chico, pero no me sonaba su cara.
Sólo vi, al subírsele la manga, un tatuaje en el antebrazo de una serpiente enrollada en el mismo.
Se levantó corriendo y se fue como vino.
-¿¡Vanesa, estas bien!?
Me incliné sobre mi asiento para ayudarla a levantarse y se tocó la cabeza dolorida.
-¿Señorita, está bien?- el hombre que al principio lo perseguía se paró y ayudó a Vanesa.
- Sí, sí. No os preocupéis. - intentó tranquilizarnos.
Se sacudió su ropa y pregunté al hombre.
- ¿Quién era ese muchacho?-- él apretó los puños a los lados y con una mirada de ira en los ojos respondió.
- Ese es Damon Black, es un niñato que no tiene nada mejor que hacer que meterse en problemas y tocar las naric**. No se a que facultad va, pero no es buena compañía.
-Valla gilipo****- dijo Vanesa mirando por donde se había ido Damon.
- ¿Nos vamos? - Vanesa asintió. - Muchas gracias señor.
- No hay de que.
★☆ Al día siguiente...
Me "senté" ante mi mesa habitual y esperé a que llegará el profesor-rector Locky.
Una vez llegó nos pusimos a estudiar para el examen de latín que teníamos a la siguiente hora.
Para mi sorpresa, alguien abrió la puerta de repente y apareció un muchacho despreocupado y con ropa negra y sin mochila que se dirigió al sitio de mi lado.
Conque ese era el que nunca venía...
No fue hasta que vi su brazo de lo reconocí.
Era nada más y nada menos que Damon Black.
♥♡♥
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Historia sobre ruedas
Teen Fiction¿Cómo estarías si de repente todo cuanto amas y aprecias se ve afectado por una mala decisión que ni siquiera era tuya? ¿Si todo cambiara en cuestión de minutos, por una estupidez? ¿Y si esos cambios te hicieran darte cuenta de la cruda realidad?