Capítulo I parte III

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La ironía de sus palabras hicieron un hoyo en mi corazón, ¿Qué le pasaba? Parecía una persona totalmente diferente, si hubiera podido lo hubiera estrangulado con mis propias manos y no me hubiera importado quedarme con su corazón.

- Creo firmemente que sí, Anthony, sabes perfectamente que soy una persona...

- Que eres una persona totalmente distinta a la que creía conocer, fue una tontería, lo admito, ahora usted señorita Knightley, ¿podría disculparme?

- Por favor deja eso, no es que odie mi apellido, pero en tus labios y en esta situación se oye bastante incómodo.

- Pues tendrás que acostumbrarte, soy sólo un gilipollas que no sabe absolutamente nada de ti.

- ¡Basta ya Anthony!, ¿realmente crees que puedes comportarte así por mucho tiempo? No durarás ni un segundo. Te lo aseguro.

- Por favor Barbara – Su tono era una muestra asquerosa de su orgullo – a mí no me cuesta nada, en cambio a ti, te costaría toda una vida que yo, "el chico más guapo del Instituto más prestigioso de Inglaterra" te retirara el habla por completo.

Anthony tenía ese singular brillo en los ojos que hacía que cualquier chica se derritiera, incluso yo estaba a punto de lanzarme a sus brazos y dejar que cualquier cosa pasara, me miraba entre furia y reto, sentía que me estaba invitando a una batalla de la cual sabía muy bien que ninguno de los dos resultaría beneficiado, el muy hijo de puta sabía cómo provocarme, ¿por qué sencillamente no habría su maldita boca y escupía lo que yo necesitaba escuchar?. Katherin me lo había dicho, Carlo me lo había dicho, incluso la arpía de Lorenza me lo dijo; yo le gustaba a Anthony Henderson y yo era el absoluto remedio al juego de seducción en el que atrapaba a todas las primíparas del grandioso y respetado instituto Balling Thremington, pero sencillamente no lo lograría si él no me decía lo que necesitaba escuchar.

- ¿Tan seguro estás? – me acerqué mirándolo a los ojos – ¿tan seguro estás de que no podría vivir sin que me hablases? Ja – solté una risa irónica – Dime Anthony, ¿quién tiene al grupo entero de Futbol babeando por tan siquiera una mirada mía? ¿Quién tiene el poder de estar con cualquier de ellos en una casa sucia, oscura y alejada del mundo? ¿Quién Anthony? Y ahora dime ¿quién está casi temblando porque relativamente estoy muy cerca de él? Ahora ¿soy yo la que no aguantaría sin hablarte?

- Eres una pequeña desgraciada, ni el equipo entero está babeando por ti, ni yo estoy temblando por tu inexistente cercanía, - tenía la respiración levemente agitada – Al menos ya lo sabes ¿verdad?

- ¿Saber que Anthony?

Se acercó a mí, rozó sus labios en mi rostro, me miró inquietante y me besó.

Nunca supe en el momento exacto en el que él estaba sobre mí, sólo podía sentir el beso por el que había estado esperando desde hacía mucho tiempo. ¿Qué carajos me pasaba? Seguramente el polvo de ese lugar había nublado mi capacidad de raciocinio. Cinco minutos atrás estábamos en el pasillo y ahora estaba sentada sobre una mesa mientras el intentaba succionarme el corazón con su boca y yo buscaba la manera de facilitarle las cosas. No podía despegarme de él, sentía que necesitaba más y más, buscaba la manera de acercarlo más a mí o acercarme mucho más a él, estaba desesperada, sentía el corazón agitado, mi mente se encontraba en otro lugar, sentía como su lengua lentamente abría paso entre mis labios y luego se retiraba, haciéndome desearle más, sus manos estaban en mi espalda aferrándome con fuerza, su boca se alejó y jadeé en señal de reproche, abrí los ojos y pude verlo burlándose de mí. Maldito gilipollas, iba a pagarme el hecho de hacerme doblegar ante su maldito cuerpo irresistible.

Más que todo. Menos AMIGOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora