Cayó el telón, cayó mi mente, mi alma, caí yo. Me fui en blanco, entré en desesperación. Empezó a dar vueltas mi mente, inundándose de pensamientos, de voces. No podía borrar mis hechos. Todo es mi gran culpa. No entendía que sucedía, pero ya había caído el telón, así como todos los días. Las misma monotonía, el mismo caos. Y no sé como mi corazón daba para más después de ser tan lacerado, tan pisoteado, tan rechazado. Sólo tenía esa gran necesidad de amar no importando lo que recibiera a la inversa, pero nadie estaba allí. Sí, errores, cometí errores pensando en que encontraría lo que tanto buscaba y lo que llenaría mi profundo vacío. Volví a sitios pensando en que las cosas cambiarían y me equivoqué una vez más. Y es mi gran culpa de ser tan sensible e indefensa ante otros y no tener el coraje que se es necesario tener. Mírame, mira mis ojos, ¿acaso no lo ves?, ¿no lo notas?. ¡Ay, ésta melancolía! Mi mente me provoca insomnios. Día tras día se suma una decepción más y algo dentro de mí muere. Lo peor de todo es que tengo miedo porque cae la noche, cae el telón y caigo yo.