La Pérdida - Parte 4

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Leer era mi talón de Aquiles: hace días leí sobre esto, el color rojo en las nubes se llamaba arrebol, esperaba algún día poder verlo – manifestó.

¿Teníamos algo en común? Tal cosa me inquietaba más y más – pensé para mis adentros. Se descubrió el hombro derecho dejándose ver... una cicatriz en forma de circulo ¿Sería producto de mi imaginación? Cerré mis ojos y me puso a pensar; el hecho de que tuviese esa marca significa que... ¿era posible? ¿Existía la más mínima posibilidad aunque fuese remota de que lo que estoy viendo no fuese cierto?

– Puedo percibir la sorpresa que hay en tu rostro y... no es una ilusión, es cierto. Ocurrió hace seis años aproximadamente. Fui el primero en llevar esta marca, que estará conmigo durante toda mi vida recordándome ese oscuro momento. Cada vez que pongo mi vista sobre la luna, me traslado nuevamente a ese día ¿Cómo puedo vivir si todos los días me siento asqueado conmigo mismo por dejar que eso sucediera? ¿Fui muy débil?

– No te recrimines, Dimitri, debes sobreponerte a ello, sino harás... lo que hizo Lira.

– Si, lo se Clare, pero todavía tengo fuerzas para combatir; el camino fácil está aún muy lejos.

- ¿Porque todos me contaban su secreto? Hace días Sarah me relatos su lóbrego pasado y... ¿ahora Dimitri? ¿Qué significaba todo esto? ¿Sería así en un par de años más? Me trastocaba el hecho de que pudiese ser una lunática con un aro en mi oreja, esperando a que la cuerda colgara de mi cuello.

Clare, intentare relatarte mi historia lo más corta posible...Me tire sobre mi cama para así intentar conciliar el sueño, unos susurros y ruidos extraños me impidieron cerrar por completo mis ojos, quise callarlos pero estaba muerto del miedo, no quería que me hicieran algo así. Deje mis ojos entreabiertos para visualizar lo que frente a mi acontecía. Abominable no alcanzaba a describir toda la horrenda escena: Cuerpos desnudos y sudorosos, postrados en cada una de sus camas, toqueteándose. Por un breve instante paso por mi mente la idea de sumarme al grupo, aunque fuese en esta retorcida situación. Seguí allí observando en silencio la morbosidad de los monstruos. De pronto, Erick se detiene y mirándome fijamente le susurra algo a su secuaz que más adelante acepto su idea. Sin hacer el mayor ruido se acercaron a mí, mientras se aproximaban comencé a transpirar y un indescriptible frío hizo que todo mi cuerpo temblara. La sensación de pánico e incertidumbre resultaron ser inexplicables, sabía lo que estaba por pasar pero no podía hacer nada para remediarlo.

¿Qué sucede? – pregunté, el temor llevo mi mirada hacia todos lados.

Nada... bueno aun nada – contesto Erick y se me abalanzo sobre mí.

Grite... pero su mano silenció mi desesperante llamado de auxilio.

Por favor... no hagas eso – manifesté con lágrimas de súplica en mis ojos, pero no sirvió de nada.

Si cooperas no te pasara nada, ¿está bien? – dijo Jacob. Neutralizaron mis manos y pies, mientras el bajaba la prenda que llevaba puesta. Auxiliooo... Ayuda – Vocifere antes de que me golpearan. Nadie escucho mi llamado. Todo se tornó silencioso y borroso. Después de un rato la amarillenta cobija se tiño de rojo; el fétido olor de la sangre inundo hasta el más mínimo rincón. Cerré mi mente del exterior y me sumergí en mi recuerdo más preciado: Daniel, mi padre, enseñándome a montar bicicleta mientras...

¡Dimitri! ¿Por qué no gritas? – expuso Erick con su mirada fría y sus deseos apenas cubiertos. Me tomo de la cabeza y comenzó a golpearme, ansioso porque soltase un grito de agonía. Perdí varios dientes, unos los trague y otros los escupí, un mar rojo daba vueltas por toda mi boca, entre tanto.

Desde El Otro Lado De La VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora