Existen varios tipos de personas...
Existen varios tipos de mentiras...
Existen varios tipos de verdades...
Unas que duelen y otras tantas sólo se dejan pasar.
Existen verdades que con sólo de ser dichas, pueden romperte en miles de pedacitos, desgarrándote por dentro, desprendiéndote de todo... al mismo tiempo, estos pueden quedarse impregnados en la piel de otras personas haciéndoles cortes pequeños o grandes que pueden ser mortales...
Las verdades pueden destruirte por completo, esa era mi verdad.Miré a mi gemelo caminar con pasos pesados de un lado a otro, yo sólo me limité a permanecer bajo mi sábana, como si fuera mi guarida secreta... protegiéndome de todo mal. Alcé un poco la cobija sólo dejando ver el entrecejo. Me encantaba ver a Tom de ese modo, a pesar de todo me encantaba.
El pasó sus manos por sus rastas, sin decir nada las jaló de frustración. Volví a esconder mi rosto. Macabramente una sonrisa se dibujó en mis labios.
Lo sé, estaba loco. Pero me encantaba.
Me encantaba la manera en que lo habíamos hecho ayer...
Me encantaba ver su cuerpo al descubierto...
Me encantaba la idea de que él estaba sufriendo...
Me encantaba verlo caminar...
Me encantaba hasta la manera en que jalaba sus cabellos...
De hecho, me volvía loco de sólo pensar cómo había sucedido todo. Estaba loco pero me encantaba.Tom, un chico tan rígido, lunático y disparado estaba frustrado sólo porque su hermano había conseguido envolverlo después que juró nunca hacerlo. Y es que Tom aún no comprendía cómo se jugaba con un alama gemela. Está dicho, los gemelos son almas que están destinadas a estar juntas, es por eso que nacen juntas. Éste era un sucio juego que había terminado y él había perdido.
— Sal de la cama, Bill...-exigió. Yo sólo apreté la sábana y no contesté.
— ¡Joder! Esto ha sido tu culpa.-acusó. No contesté. Hubiera dicho algo, pero preferí no hacerlo.
— Bill.-y como lo supuse, de un tirón estaba descubierto. — Te estoy hablando, maldito lunático. –lo miré a los ojos. Nuestras miradas eran diferentes, claro. Él me miraba con enojo y yo... bueno, yo lo miraba con ganas de besarle hasta dejarle sin aliento. Sí, era un lunático, pero sabía que eso le gustaba, sino, ¿de qué otra forma habría terminado en mi cama? Bueno, las copas demás de anoche sólo habían ayudado un poco.
— ¿Qué vamos hacer ahora? – continuó, ahora un poco preocupado, sin tanta furia en sus palabras. Lo miré parpadeando. "¿Cómo que vamos hacer?" Me pregunté sin entender.— Esto no se debe repetir, es más debemos olvidarlo. – dio su brillante idea y si no fuera porque su ceño estaba fruncido, podría jurar que le vi brillar el rostro como si de un foco se tratara. sin más, él se giró y duró un par de segundos antes de que acomodara su ropa sobre su cuerpo desnudo.— ¿Cómo pretendes olvidar esto? – dije casi inaudible. Él se detuvo con sus pantalones a medio subir, no me miró, pero pude ver que en su rostro había dibujado una sonrisa. Después continúo subiéndolos.
— No eres alguien especial. –susurró sin remordimiento. Me sentí lastimado, pero no contesté.— ...es como si hubiera cogido con alguna puta del Pub tercera al que voy, ¡Joder! -ahora lo dijo con tanta seguridad que comenzaba a creerlo, tanto que me dio una punzada de dolor en el interior. No, me quedé sin palabras por un instante. — ¿Sabes, Bill? –me miró por fin, yo me mantuve sin mover ningún músculo. — Olvídate de toda ésta mierda, olvídate de tus estupideces y de estarme siguiendo como lapa por todo el instituto. -sus palabras eran frías. Por muy loco y lunático que estuviera, era humano. Sus palabras dolían, muy en el fondo sentía un crack, y si decía más los pedazos caerían en mi interior.
Había maquinado la idea que después de esto, él lo aceptaría, pero no lo hizo. — Bill, si no lo haces...- Calló. Estaba dudando de lo que iba a decir. Pude entender que en su mente tenía una gran batalla interna, sus ojos flameaban de enojo, pero sus labios no se abrieron para nada.