Capitulo 11

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Me despierto sobresaltada con un estruendo.

De un salto me siento en la cama y el sonido de la lluvia llega a mis oídos. Entonces me doy cuenta que lo que me despertó fue un gran trueno.

Intentando que mis ojos se acostumbren a la oscuridad observo a mi alrededor.

Me encuentro sola en la gran cama, enciendo la luz de la mesita de noche, me levanto y comienzo a buscar mi ropa que ha quedado desparramada en el piso.
Lo primero que encuentro es la camisa de Lorenzo, la levanto y casi por instinto aspiro su perfume, ese que tanto me gusta.
Sin dudarlo un segundo me la pongo y salgo de la habitación en su búsqueda.

Bajo las escaleras con cuidado, salvo por la luz tenue de una portátil en el living, el departamento está a oscuras. Cuando llego a abajo camino hasta allí y me lo encuentro saliendo de la cocina con un vaso de agua.

—Hola —digo.

Me dedica una enorme sonrisa... Esa que tanto me enloquece.

—Hola— responde caminando hacia mí—. Lo lamento, ¿Te desperté?

—No, fue un trueno—replico mirando nerviosa hacia el ventanal.

Se puede ver como cae una gran cantidad de agua, y el cielo iluminado por innumerables relámpagos.
Si hay algo a lo que temo es a las tormentas.

—¿Le tienes miedo a las tormentas? —susurra atrayéndome a él.

Lo rodeo con los brazos y asiento en silencio.

—Me desperté y no te encontré.

—Bajé a cerrar y juntar lo que nos quedó en el balcón. Terminé justo antes que comenzara a llover ¿Tienes sed?—Me ofrece su vaso.

—No, gracias—digo besándole.

—Ven, volvamos a la cama—Toma mi mano y me guia escaleras arriba —. Por cierto, me encanta como te queda mi camisa—me dice al oído.

Ya en la cama me acurruco junto a Lorenzo que ha extendido una sábana sobre nosotros.
Me abraza y acaricia mi cabello.
De pronto me doy cuenta que me siento demasiado cómoda junto él y mis defensas se ponen en alerta, y empiezo a temer que si me quedo más tiempo aquí éstas comiencen a bajar.

No puedo permitirlo, me lo prometí.
Esto será sólo sexo, nada de involucrar sentimientos.

—Creo que debería irme—digo de pronto.

Lorenzo detiene sus caricias y gira su rostro para verme.

Se lo ve confundido.

—Es una broma ¿Verdad?

—La verdad, no. Ya es muy tarde.

—Justamente por eso, es muy tarde ¡Y está diluviando, por Dios! —Suena molesto.

—No tienes que llevarme tú si no quieres, siempre puedo tomar un taxi.

Lorenzo se sienta en la cama.

—Isabella ¿Qué pasa? Lo estamos pasando muy bien ¿O no?

Tiene razón y ése es el problema. Lo estamos pasando muy bien.

Demasiado bien para ser sincera.

—Oye, claro que lo estamos pasando bien. Sólo que es tarde y mañana tengo un día complicado en la revista.

Si le digo que debo irme por miedo a enamorarme, de seguro que el que saldría corriendo sería él.

—Isabella, primero que no voy a permitir que salgas de esta casa con el tiempo como está. Segundo, yo me ocupo de que llegues a trabajar mañana, y tercero tengo muchas ganas de estar dentro tuyo otra vez... Ahora mismo

Deliciosa AdicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora