Otro día en él infierno, pensaba en mi mente mientras subía al bus camino a la escuela. Por acto de reflejo saque mis cascos de mi bolso colocandomelos para aislarme de todos tranquila. Sin que nadie me juzgue de como soy, de como es mi familia, de todo en realidad. Un mensaje hizo que apartara la mirada de la ventanilla y se dirigiera a la pantalla.
Desconocido: Muñeca, porque no dejas de molestar al mundo con tu existencia y mueres de una vez?
No lo entendía. Hace dos semanas recibía mensajes anónimos de esta persona, pero estaba segura que era de un grupo de chicas de mi instituto. No entendía porque los maltratos hacia mi. Primero comenzaron con unas cuantas palabras, luego insultos, y luego, mi única amiga término siendo la enfermera gracias al tiempo que estaba con ella gracias a las palizas que me daban. Sin argumento alguno, solo lo disfrutaban.
La campana sonó y camine hacia la cafetería, helena, una de estas chicas que disfrutan solo él hacerle mal a otro para sentirse mejor con sigo misma no tardó en acercase a atacar a su víctima.
-Vaya, vaya. Miren esto, la guarrilla comiendo, que raro, con razón ese cuerpo. -me miraba sonriendo, una sonrisa realmente asquerosa- Mirate, porque sigues aquí eh? Que ganas? Ahora, mirame a mi -mire sus piernas largas y delgadas, su pequeña cintura, y perfecta ropa cara- Crees que podrías parecerte a mi? -río falsamente-