Hombre TAURO y Mujer GÉMINIS

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Él amaba las flores (según me han contado) y la dulce música (él mismo no era un mal intérprete de clavicordio); y, seamos francos, la naturaleza idílica de la escena lo conmovió profundamente. Dominado por lo mejor de su personalidad habría vuelto renuentemente al árbol.
La pasión lenta, devoradora, del Toro, no se estimula fácil ni rápidamente. Crece en él, podría decirse, casi insidiosamente, infiltrándose poco a poco, y acumulando una gran fuerza a medida que prosigue su desarrollo furtivo. Una vez que los sentidos de este hombre han sido cautivados, o que se ha conmovido su corazón Gobernado por Venus, raramente, o nunca, se retractará de su elección (a menos que su Luna o ascendente esté en Géminis, Sagitario o Piscis). Su actitud instintiva respecto del compromiso es de consagración total, y perseverará hasta el amargo (o dulce) final, afrontando la lluvia, la cellisca, la nieve... e incluso, a menudo, los inesperados huracanes de cólera o los tronados de emoción de la chica Géminis. El hombre Tauro funciona, por sí solo, como los antiguos servicios de diligencias.
Nada ni nadie, ni los reparos por su reputación (que normalmente es lo que más le preocupa), ni las opiniones negativas de parientes o amigos, detendrán o harán vacilar aunque sólo sea ligeramente a este hombre, en general sensato, cuando se ha enamorado. Apenas un Tauro normalmente práctico cae en una red romántica, su sentido común queda sepultado bajo el nuevo sentido que acaba de descubrir, el sentido de tocar, oír, oler y ver a la chica de sus mansos pero no por ellos menos profundos ensueños. Es capaz de formular promesas de fidelidad eterna, y de cumplirlas: fiel, estable y leal casi hasta lo inverosímil. Una vez enamorado en serio, Tauro lo está para siempre. Si la relación no se encamina hacia un final feliz, es posible que el Toro languidezca con el corazón destrozado, o que se ahogue en otras experiencias sensuales, como la de convertirse en un alcohólico melancólico (uno de los errores más espantosos que puede cometer un Tauro), o en un gourmet glotón, condición igualmente antinatural para Tauro, puesto que los instintos más refinados del Toro lo inducen a evitar los excesos de cualquier tipo.
Esto suena como la materialización del ensueño romántico imaginario de toda chica. Menos de la chica Géminis, cuyos ensueños de amor no son tan omnímodos ni tan mundanos. Géminis es etérea. Géminis vuelve libremente, como una cometa, zarandeada a veces por el viento, cayendo, para volver a levantarse luego merced al capricho de una brisa pasajera... pero remontándose siempre maravillosamente, captando el sol que se filtra entre las nubes y devolviendo su reflejo.
Para Géminis, una "cita" puede implicar una sesión inocente con la peluquera, un entrevista con el maquillador, una visita al dentista para hacerse colocar una corona, una consulta con psiquiatra o un encuentro con su cuñado. Esta mujer siempre está concertando citas para entrevistarse con los demás, y después llega tarde o las olvida por completo. No se trata que busque un amorío o un enredo sexual fortunio, sino sólo el encuentro con alguien cuya compañía sea amena, y con quien sea interesante conversar. Con alguien que estimule su imaginación. Por lo menos, así es como empieza, y generalmente no pasa de allí, si la entienden bien. Recordad que, a veces, ella se desdobla, y ¿cómo es posible que un hombre tenga conformes a do chicas a toda hora del día y la noche? Veréis, después de un tiempo esto se convierte en una especie de problema matemático. (Tal vez Tauro no lo vea)
No es inevitable que su necesidad de ir de un lado a otro, y de alternar en compañía de persona de ambos sexos, destruyan una relación. Géminis puede estar profundamente entregada a un hombre, aunque necesite, de cuando en cuando, la compañía de varias docenas de ellos. Pero no pretendáis hacerle entender esta necesidad a un Toro posesivo. Quiero decir que ella podrá intentarlo, pero correrá el riesgo. Será mejor que le explique todo esto antes de casarse, cuando lo único que él podrá hacer será consumirse a fuego lento y alejarse enfurecido.
Él tendrá la estabilidad y la sosegada influencia apaciguadora de su signo solar Tauro para bajarle afectuosamente los humos a ella cuando lo necesite, pero también el "aire" suficiente para avivarle los entusiasmos, o el "fuego" justo para captar él mismo la chispa de la libertad de ella.
A él le resultará muy difícil entender los cambios de humor mercuriales de ella, y esta chica puede cambiar de humos como algunos cambian en una zona tropical. Todo empezó cuando era niña. Primero quiso ser monja. Después quiso ser cura. Cosas por el estilo. Ahora pasa fulminantemente de la alegría a la depresión, de la generosidad a la avaricia. Es comprensible que el Toro se ponga nervioso cuando ella practica uno de sus rápidos cambios.
Sí, hay que tener nervios de acero. Los Tauro son amantes sensuales, son proclividades eróticas y muy apasionadas. Géminis aborda el sexo como si sólo fuera otra aventura excitante que transporta al mágico mundo de hadas de la imaginación. Todos los Toros tienen un sentido del humor bastante elemental (a veces un poco grosero) respecto del seo, pero es posible que él no le encuentre nada de gracioso al hecho de que ella se evada a cada rato de sus intimidades compartidas para sumirse en su propio mundo privado de fantasía.
Este hombre desea estrujar a una mujer de carne y hueso, no a una hada mariposa ni a un cuerpo astral. La mente de ella es su propio campo de juegos, poblado de imágenes fascinantes, pero estas cosas son demasiado intangibles para un Toro, que tiene los pies firmemente plantados en la realidad. Deberán ponerse de acuerdo.
Lo que más confundirá al hombre Tauro en la relación con su amada Géminis puede resumirse en una pregunta sencillísima: ¿Quién es ella? ¿Es realmente la mujer que le pertenece, la que durante muchísimo tiempo ha esperado poseer... o sólo el producto de sus quimeras? Él desea realmente remontarse con ella, volar hasta las nubes, pero no está seguro de saber cómo hacerlo.

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