Prólogo

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En una ciudad existe una leyenda que dice:

"Si llegas al final del laberinto encontraras un tesoro inigualable"

Muchos codiciosos por querer obtener el tesoro entraron, pero nadie logro salir. Así que simplemente dejaron de intentarlo.

Aunque cuenta una historia que un niño que pasaba por el laberinto, vio salir de ahí a una niña. Él rápidamente se escondió y observó que ella se sentaba en un rincón y se ponía a llorar. Ella tenía el cabello castaño, le llegaba hasta la cintura. Usaba un pequeño vestido blanco que llevaba atada a la cintura un lazito de color rosa. El niño, curioso, se acercó a ella.

- ¿Por qué lloras? - preguntó con delicadeza, casi en un susurro.

La niña sorprendida levantó la cara y lo miro. Se quedó extrañada al ver a aquel niño cuyo cabello era negro como el azabache. Parecía estar a punto de pararse e irse, pero al parecer decidió quedarse.

- Porque mis padres murieron - respondió sollozando, sin importarle que aquel niño estuviera allí.

El niño sin saber que decir, dijo lo primero que se le vino a la mente para calmarla.

- No llores. A tus padres no les gustaría verte así.

- ¿Cómo sabes eso? - preguntó ella mirándolo fijamente.

- No tengo idea. Simplemente lo sé - respondió encogiéndose de hombros - Creo que por el simple hecho de que tus padres te quieren, no les gustaría verte llorar.

Ella pareció meditar la respuesta del niño por unos segundos, hasta que dijo:

- Tienes razón - dijo secándose las lágrimas - Ya no voy a llorar más.

El pequeño sonrió al haber logrado su cometido. Pero aún tenía algunas dudas.

- Oye - dijo él - ¿Por qué estabas dentro del laberinto?

- No te lo voy a decir - respondió ella sacándole la lengua.

-¿Por qué?

- Porque no.

- Es queeee.... se dice que al final del laberinto se encuentra un gran tesoro - le explicó el niño.

- ¿En serio?

- Si.

La castaña puso una expresión pensativa, como si intentara recordar algo.

- Bueno, yo no he visto ningún tesoro, ni tampoco creo que exista. Pero si existe imagino que solo se mostrara al que verdaderamente lo merece. ¿No lo crees? - le dijo sonriendo.

Él, que nunca lo había visto de esa manera, se quedo sorprendido por las palabras de aquella extraña niña.

- Sí, creo que sí - respondió sonriendo de igual manera.

En ese momento, la niña se levanto de su sitio y se dirigió al laberinto sin mediar palabra, pero antes de llegar se volteo y dijo:

- ¿Qué tienen en común las abejas y los osos?

-No lo se - respondió el niño.

Él se encontraba extrañado por la repentina pregunta. ¿Qué tenía que ver eso con lo que habían estado hablando?

- La miel - le dijo ella - Es riquísima.

- Si, es rica. Pero, ¿por qué me preguntas eso?

- Porque así te enteras de que me gusta mucho la miel - dijo ella sonriendo - Prometeme algo.

- ¿Qué? - dijo intrigado.

- Prometeme que si algún día nos volvemos a ver me darás, mínimo, un tarro de miel.

- ¿Por qué?

- Porque sí. No tiene que haber un porque para todo. ¿Me lo vas a prometer o no?

- Esta bien. Te lo prometo.

- Así me gusta - dijo.

Ella volvió a dirigirse al laberinto y lo último que le dijo fue:

- ¡¡¡No le cuentes a nadie sobre mi!!! ¡¡¡Algún día nos volveremos a ver!!! - gritó ella a lo lejos moviendo su mano en señal de despedida.

El niño solo se quedó viendo como ella se adentraba en el laberinto y desaparecía.

No se volvieron a encontrar hasta el día de hoy..... O al menos eso es lo que todos creen.

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Holiwis!!!!!

☃☃☃😀

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