A la sombra de sus alas

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  • Dedicado a A todas las personas que hacen que día a día me levante con una sonrisa
                                    

CAPÍTULO 1: UNA BREVE INTRODUCCIÓN.

Buenas, me presento: Me llamo Nacho, y hoy voy a contaros una historia increíble de mi adolescencia.

Tenía doce años, y mi vida hasta el momento había sido un gran cúmulo de infortunios sin sentido. Perdí un hermano unos seis años atrás, mis padres se habían separado, mi padre acababa de fallecer y para colmo me ingresaron en el hospital por diabetes. No había nada que me hiciese pensar en otra cosa que fuese mi lamentable vida, el color de mi mirada se había apagado, mi cara, que siempre había estado reluciente y llena de vida estaba medio muerta y caída, vamos, que parecía un zombie. Esto también afectó a mi carácter, pues, donde todo el mundo veía cosas buenas, lo único que yo podía ver era un cielo tormentoso día a día, un túnel con todas las salidas tapadas por rocas imposibles de desplazar, un tren parado en una estación llamada "fracaso"...Una auténtica mierda. Al menos hasta empezar el instituto.

Comenzamos el primer curso de secundaria. Todavía me parecía todo una situación catastrófica. Hasta que ví a un chico nuevo. No diré su nombre, pero la llamaré X. Exteriormente parecía alguien normal, bueno, un poco frío, pero no sabía que en realidad esa persona acabaría conviertiendose en alguien que marcaría un antes y un después en mi vida.

CAPÍTULO 2: CONOCIENDO A X.

Ya había pasado una semana de instituto. Evidentemente, nada había cambiado. Es más, todo parecía empeorar, puesto que todos mis amigos se enfadaron conmigo por no acompañarles en los recreos, por no hacerles mucho caso (claro, no podía dejar de pensar en mí, como para pensar en los dramas de los demás)...Vamos, que me sentía solo.

X tampoco parecía haber estrechado muchos lazos con los compañeros de clase, pero, extrañamente, era feliz. No me lo podía creer, ¿Cómo podía estar así?

Un día, al salir al recreo, lo entendí todo. Como siempre, me senté desesperado a la sombra de un pequeño manzano cuyas hojas solamente dejaban pasar tenues hilos de luz solar. Acababa de adoptar mi postura común, con los brazos unidos agarrando mis rodillas, sobre las que se apoyaba mi cabeza pensativa que no dejaba de darle vueltas a la idea de desaparecer de este mundo de una vez por todas. De repente, aquellos hilos de luz se disiparon al ser tapados por la sombra de una persona, X.

- ¿Qué te pasa?- Me dijo, con una voz serena y tranquila.- ¿Estás bien?- Me siguió preguntando, a pesar de estar claro que no lo estaba.- Bueno...- Le contesté, con voz medio ahogada por la vida.- ¿Bueno?... ¿Bueno qué?- Siguió preguntando, cada vez con tono más inquieto.- Pues verás...- Le dije. Después le conté la lamentable historia de mi vida, a lo que exclamó- ¡Qué valiente eres!- Al momento, mi rostro se giró hasta su posición, poniendo gesto de no entender nada- Sí, valiente...- Repliqué, irónicamente.- Pues sí, porque si me hubiera pasado la mitad de esas cosas a mí...- Dijo, antes de ser interrumpido por el timbre, pues era hora de volver a clase. X se fue corriendo.

El resto del día no pude dejar de plantearme cuál sería la razón por la que X me definió como "valiente".

CAPÍTULO 3: SE DESVELA LA DUDA.

Al día siguiente, a la hora de bajar al recreo, en lugar de sentarme donde siempre empezé a buscar a X. No me costó mucho, pues estaba donde el otro día entablamos nuestra breve, pero intensa conversación. Corriendo me acerqué a él, y exhausto, puesto que no hacía mucho esfuerzo físico desde nunca, le saludé- Hola, ¿Qué tal todo?- Pregunté inocentemente, intentando empezar una conversación como la del otro día.- Hola... Me alegra verte- continuó X. Al instante, sin dudarlo, le pregunté- Perdona...¿Por qué me llamaste valiente ayer?- De repente, pude observar como una mueca salía de la cara de X.- Bueno... Verás, en mi lugar de nacimiento residen millones de personas con situaciones parecidas a las tuyas, personas que intentaron salir de un agujero, pero gente sin valor, pues intentaron mejorar mínimamente sus vidas, pero se cansaron y ahogaron sus problemas de la peor manera. Y por eso eres valiente, porque día a día te levantas de la cama y te enfrentas a la oscuridad...- No entendía nada. Desconcertado, miré mi sombra, y susurré- Bueno...tampoco es un enfrentamiento, simplemente no quiero que me atrape...- Lamentablemente, X no pudo escucharme, o al menos eso me parecía, porque cuando me giré hacia él, ya se había marchado.

¿Por qué se habría ido?¿Habrá escuchado aquello que susurré? Y lo más importante, ¿Qué significaba aquel discurso que me había soltado?

CAPÍTULO 4: EMPIEZA EL ENIGMA MÁS IMPORTANTE. 

Esa noche no pude dormir, me había desvelado. Sin hacer mucho ruido para que mi madre no se enterase, abrí la puerta de casa y salí a visitar el único sitio donde podía pensar bien, el estanque del parque de la ciudad. Puede parecer una tonteria, pero era verdad.

Llegué a la entrada en la que se situaba un antiguo cartel de madera en el que aparecían las letras, ya ilegibles, de la palabra parque.

Crucé el umbral que dividía el recinto del resto del pueblo, y comencé a caminar hacia el banco situado delante del parque. Pero no llegué.

Un ruido me distrajo, e hizo que las huellas que mis pisadas dejaban sobre la tierra cambiaran de dirección hacia el centro de una rosaleda, en la que ví algo que nunca olvidaré.

Pude divisar una sombra, que poco a poco se detallaba hasta un punto en el que me dí cuenta de que aquella sombra no era otra persona que X, pero, extrañamente, tenía un par de alas blancas que salían de su espalda, y su cabeza soportaba un reluciente aro dorado.

Me lo pensé bien, y, bastante atrevido, fui hacia él, pero no pude, pues un cegador destello me paró inevitablemente. Cuando volví a abrir los ojos, X había desaparecido. Esto me provocó la mayor duda que había rondado en mi mente en toda mi vida. ¿Acaso aquella visión reveló que X es un ángel?

A la sombra de sus alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora