Un cuento Ninja de Navidad

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Tsunade Senju era una emprendedora Kunoichi, La Godaime Hokage, líder de la aldea escondida entre las hojas y su amigo y socio, Jiraiya , había muerto recientemente. Tsunade  era una persona mayor ( aunque aparentara muchísimos años menos) y con pocos amigos verdaderos. Élla  vivía en su mundo, nada le agradaba y menos la Navidad, decía que eran tonterías. Tenía una rutina donde hacía lo mismo todos los días: caminar por la aldea rumbo al casino mientras era saludada por personas (solo por el compromiso de ver a la Godaime pasar)

Era víspera de Navidad, todo el mundo estaba ocupado comprando regalos y preparando la cena navideña. Tsunade estaba en su Oficina como siempre con la puerta abierta viendo a Shizune, que pasaba unas cartas en limpio, cuando de pronto alguien entró en la oficina, era uno de los sensei, un tipo muy extraño,  miraras por donde miraras, había cambiado su  habitual atuendo verde por uno rojo con detalles en blanco evocando a Santa san y en su cabeza de peinado raro descansaba un gorro rojo

-¡Jo jo jo! ¡Feliz Navidad Lady Tsunade!- Exclamó -¡Qué mejor momento para celebrar el poder de la juventud! Vengo a invitarla a la gran fiesta Navideña que mi equipo y yo hemos preparado! ¡Toda la aldea será bienvenida! –El tipo no paraba de gritar y las venas de la sien de la rubia comenzaban a verse cada vez mas debido a la molestia que le provocaba

-Eso de la navidad son puras tonterías! ¡Una excusa para gastar dinero! ¡No gastaré un centavo! ¡Así que no iré!- Mientras hablaba se había levantado de su asiento, había tomado a Gai sensei del cuello de su traje y lo arrastraba hacia la puerta, la cual cerró en su cara-

-¡Si cambia de opinión estaremos esperándola Lady Hokage! ¡Shizune también tu estas invitada!- Gai seguía gritando aun detrás de la puerta.

Shizune sonrió al escuchar que la invitación la incluía a ella, pero apenas apartó la mirada de los papeles que transcribía, quería darse prisa con todas las tareas que la rubia le había puesto.

La noche llegó y la pelinegra estaba luchando con la ansiedad de irse pronto pero debía esperar hasta las ocho. A esa hora, por fin, Tsunade se puso de pie.

-Debo dejarte ir, porque tu contrato me obliga a darte esta noche libre- Murmuró con desdén - ¡Pero mañana deberás llegar más temprano para reponer las horas! –

-¡S-Sí Tsunade sama!- La chica hizo una reverencia antes de salir tratando de no correr hasta que se encontró lejos del edificio del Hokage.

El cuarto de Tsunade era especialmente lúgubre y frío, justo como ella, pero recubierto de lujos que nadie más podía pagar. Lujos que vendía para pagar sus deudas de juego y luego, en una racha de fortuna, volvía a recuperar al ganar.

No había ningún adorno alusivo a la fecha que decorara sus tristes paredes. Ella se puso la yukata para descansar y se sentó en un el tatami del suelo con las piernas debajo del kotatsu mientras bebía un té recién hecho.

El viento soplaba con fuerza en el exterior, al parecer esa noche habría una gran nevada. Ella estaba muy cómoda y algo mareada, le había estado agregando sake a su té hasta el punto que el vaso contenía mas de este ultimo que de té. Se dejó caer de espaldas en el tatami, el calor del alcohol y el calor del kotatsu le estaban dando somnolencia. En ese momento un ruido seco la espabiló. Sonaba como si un libro se hubiera caído del librero. Como buena Kunoichi, se dirigió al lugar con sigilo y vio su ejemplar firmado de  Haciendolo en el paraíso, el cual por cierto jamás  había hojeado. Lo había aceptado solo porque Jiraiya se lo había dado.

--Es una historia magnífica- escuchó una voz familiar a sus espaldas y enseguida volteó sobresaltada- Es una lástima que ni siquiera tuvieras tiempo de leerlo.

Un cuento ninja de navidad (OneShot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora