16. La Sonrisa Del Payaso.

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_El joven Aysel a llegado, Señor.- exclamo una de las sirvientas de aquel gran castillo.

Luce habia estado preparando todo lo necesario para el regreso del peliblanco, se le habia encargado una tarea muy importante y quería hacerlo lo mejor posible.

Después de agradecerle a la joven chica, suspiro profundamente tratando de tranquilizar sus nervios, tomo la cesta con frutas y emparedados -que el mismo se encargo de preparar- y salio a su encuentro con el mayor.

Aysel estaba tranquilamente sentado en uno de los muebles de la sala, caminar hasta el estanque de Lua ida y vuelta de verdad lo agotaba, en ese momento compadecía al pobre zorro que lo iba a buscar, pues este hacia el mismo recorrido dos veces.

Cuando escucho unos lentos y tranquilos pasos acercarse, sonriendo le dio la bienvenida al intruso. _Hola Luc. ¿Me extrañaste?

El sonrojado muchacho se acerco mas y se sentó junto al mayor. _¿Como sabes siempre quien es antes de que hablen?

Aysel pareció pensarlo por unos segundos y luego se encogió de hombros.- No lo se.

Luce dejo escapar una risilla y luego dijo. _Que tonto eres.

_Así me quieres.

La respuesta de Aysel sonrojo mucho mas al pelinegro y girando su cabeza respondió. _P-Pues si.

El payaso soltó una gran carcajada ante la respuesta del muchacho, su sinceridad e inocencia a veces podían ser muy divertidas.

_Ya deja de reírte.- Luce golpeo el hombro del mayor, intensificando las risas. _Si no te callas, no vamos a ningún lugar.- hizo un puchero.

Al oír aquella tierna amenaza Aysel se calmo. _Ya me callo. Ya me callo. ¿A donde vamos?

Luce sonrio con suficiencia, de verdad se sentía genial ser útil para alguien y especial si ese alguien es importante para ti, como lo es Aysel para Luce.

_Es un secreto. Te lo digo cuando lleguemos.

Y con esto dicho, el mas pequeño de los chicos, tomo la mano del mayor, quien se dejo guiar entregándose por completo, después de caminar y charlar durante un corto tiempo llegaron a los patios traseros del castillo.

Aysel desconfiaba siempre de todos, pero con Luce no desconfiaba, cada vez que el chico lo sujetaba para llevarle a algún sitio, se entregaba a él sin miedo, solo permitía a Luce ser sus ojos, su luz.

La luz que guía su camino.

Eso era Luce para él, la única persona capaz de llevarlo al mismo infierno si así lo deseaba, el único con quien bajaba todas su defensas.

Todo su cansancio desapareció cuando esa cálida mano tomo la suya y lo arrastro lejos del castillo, a lo que parecía ser un bosque o algo así dedujo Aysel por los aromas y sonidos.

_Llegamos.- exclamo muy animado el de ojos violetas. _Espera aquí.

La mano de Aysel se sintio vacía al momento de ser alejada de aquella suave mano mas pequeña que la propia, odiaba tanto esa sensación, algo muy extraño por que Aysel no tiene sentimientos.

Algunos extraños sonidos que el mayor no pudo identificar inundaron el ambiente y de nuevo allí estaba la cálida mano del menor guiándole de nuevo.

_Siéntate acá.- le ayudo a sentarse donde le indico y luego se sentó a su lado derecho quedando de frente uno con el otro.

_¿Ya me dirás donde estamos?- pregunto sonriente Aysel.

_Descubrí este lugar el día siguiente de tu desaparición.- hablo triste el menor. _estaba tan preocupado y nadie me decía nada que...- hubo una pausa. _que decidí caminar un poco por el castillo.

El Circo De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora