La Pérdida - Parte 5

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Esta misma sensación me hizo recordar cuando Dimitri me dijo que me cuidara de los monstruos, pero aquello quedo minúsculo delante de esto, finalmente supe lo que era estar petrificada. Espere a que transcurrieran varios minutos y así poder decidir qué hacer, lentamente el pánico perdía fuerza y una intensa bizarría ocupaba su lugar. La maldita estúpida comenzó a reírse de nuevo, pero ahora se hallaba más allá de estas paredes, al parecer deseaba poder ser encontrada ¿Por qué tanto afán? ¿Qué tramaba? A pesar de la incertidumbre que quería terminar de una vez por todas con esto. Examine con suma precisión la escena, los prominentes árboles siendo golpeados por la ventisca oscurecidos por la densa negrura de la noche, la apagada y amarillenta luz de la luna apenas alumbraba algunos lugares del patio. Sin embargo, a lo lejos podía ver una diminuta silueta que parecía ser una niña, pero a esta distancia no podía precisar quién era. Construí rápidamente un álbum fotográfico de todos los reclusos intentando poder hallar alguno que encajara con estas vagas características que tenía, pero ese intento no fue más que fallido, ya veo porque lo llaman "intento" una forma elegante del rotundo ¡NO!. Me frustraba el hecho de querer saber quién era pero tenía miedo de hacerlo, me asome a ver si continuaba allí, inerte en el mismo punto aguardando pacientemente mi llegada.

Acércate... no tengas miedo – expuso la infante. Por alguna extraña razón sabía lo que sentía pero más extraño era que a la distancia en la que estaba parecía que gritaba aunque ninguna parte de su cuerpo muto.

La misma pregunta que hace momentos me hice apareció frente a mí en una valla publicitaria ¿Cómo era posible? ¿Puedes creerlo? lo que haces Clare para calmarte un poco – dije para mis adentros. Tome la deshilachada cobija para cubrirme del intolerable frío que hacia fuera, pues mi mantita azul había desaparecido en circunstancias bastantes extrañas. La puerta siempre rechinaba cada vez que se abría pero en esta ocasionó me delato, de puntillas me escurrí hacia el patio, todavía tenía miedo, quería y no quería descubrir quién era.

Aquí te espero – manifestó la joven, deseosa por reunirse conmigo. Permanecí allí... en medio de los inmensos árboles y de las oxidadas sillas a solo metros de la niña. Lentamente me fui acercando, estaba a punto de saber a quién pertenecía esa molestosa carcajada. - Y... No te sigas acercando. - Mis pies se congelaron al escuchar esas palabras ¿Por qué restringía mis movimientos? ¿Si fue ella quien quiso ser descubierta? ¿Esto significaba que la conocía? De pronto perdió el ánimo de querer seguir jugando en su propio juego ¿Por qué? Continúe hurgando en mi fuente y aun no la podía asociar a alguien o... algo que conocía.

¿Por qué te sientes tan.... sucia? Clare. - La repentina rabia despego mis pies del suelo haciendo que disparara mi cuerpo hacia ella pero... ya no estaba. Había desaparecido frente a mis narices.

¿Por qué te sientes tan.... sucia? – Repitió. Los débiles rayos emanados de la luna me permitieron ver la prenda que llevaba puesta: un vestidito gris con un bolsillo en el lado derecho, muy parecido al que tenía cuando llegue aquí. Te conozco más de lo que piensas... es como si fuese tú, Clare – soltó cada palabra con una ironía jamás antes vista. ¿Quién eres? – me hallaba inmersa en un profundo mar de preguntas, cada vez más difíciles de responder.

- Tú me conoces con otro nombre aunque no debo decírtelo... desde ahora seré Babel, quedara en ti descubrir mi verdadera identidad.

- Babel ¿Por qué no me dices tú verdadero nombre? – vocifere molesta por el asunto.

- Te pregunto de nuevo... de nuevo ¿Por qué te sientes tan... sucia? – Continuo – nada es peor que estar podrido por dentro ¿cierto? No encontraba explicación alguna para lo que Babel me decía ¿Cómo podía saber lo que pensaba? me sentí violada, no tenía lugar donde sentirme segura, ni siquiera mis pensamientos.

- Sé que quieres saber quién soy... todo se sabrá a su debido tiempo. Hay cosas más importantes de que preocuparse ¿no crees?

Aunque no manifestó de que habría de que preocuparme en sus palabras estaba inserto un suceso del que hace días me entere y que hasta hoy no he dejado de pensar en el: la perpetración de los monstruos, cada cosa que decía me dejaba atónita, apenas podía contestar sus imposibles interrogantes. Por algunos momentos parecía que hablaba conmigo misma, una yo un tanto más oscura y sarcástica, trate de ocultar mis miedos pero en vez de eso me ahogaba en un gélido mar de... preferí no mencionarlo.

¿Cómo llegaste... aquí? – escupí a duras penas esa pregunta. Horas atrás odiaba todo lo que sobre mi pasaba, hasta el delicado cantar de los pájaros que se postraban sobre los verduscos árboles... El odio estrujaba mi corazón.

- Basta, Clare... la única persona que puede responder ese saco de preguntas eres tu – expuso. Y sin más se fue sumergiendo en la densa negrura hasta desaparecer. Luego de su extraña partida mis pies finalmente se despegaron del suelo ¿Cómo desapareció sin dejar rastro alguno? Causo cierta confusión su efímera huida.

El intolerable frío comenzaba a hacer estragos en mis huesos, resolví yéndome a dormir, sin dejar de pensar en el camino a esta extraña situación. Me tire sobre la desacomodada cama, mirando fijamente el techo, intentando poder descifrar todo eso que recientemente sucedió. Ahora ni importaba cuantas preguntas me hiciera sino como haría para responderlas. Sin embargo, podía sentir que yo misma era capaz de esclarecerlas ¿Por qué percibía que era yo misma con la que hablaba?

Las horas pasaron volando, ya había amanecido, mi mente se encontraba un tanto despejada, las horas que apenas pude dormir me fueron de gran ayuda para todo ese gran tormento que viví con Babel, otro inicio de semana empezaba, la rutina escolar esperaba ser cumplida. Nuevamente la horda de reclusos, debíamos sentirnos marginados e inútiles ¿Merecíamos tal cosa? tome uno de los primeros asientos como mi puesto, algunas veces, me sentaba con Sabrina, Dimitri otras con Sarah, pero ese día preferí estar sola, era uno de esos momentos en el que no quieres estar con nadie más que contigo mismo, estaba un tanto despejada pero aún conservaba un poco del miedo de la noche anterior. Solo escuchaba los rechinantes sonidos que producía el muy acabado transporte que teníamos. Como es de costumbre llegábamos tarde y hediondos, el desagradable olor de la gasolina se nos impregnaba en nuestro característico uniforme. Me encontraba allí, postrada sobre uno de los impecables mesones, desconcertada tratando de descifrar el inentendible pero muy importante mensaje de la educadora. Parecía estar dentro de una pesada esfera de cristal oía pero no entendía nada de lo que decía. De regreso a Coraza Mariposa, me senté en el mismo sitio. Sabrina en cierto modo entendía el porque estaba de esa forma y prefirió dejarme sola y esperar que mi marea interna se apaciguara. Repose mi cabeza sobre la ventana, sin precisar objeto alguno, llegue al punto de solo parpadear y a veces ni me daba cuenta de ello. Logre llegar a no pensar en nada, parecía un cuerpo vacío, sin mente que lo ocupara.

Hola Clare, finalmente te encuentro... sola – Expreso Erick. Sentí cierta alegría mezclada con una intensa ironía en cada una de sus palabras, me encontraba en un lugar seguro, había mucha gente como para intentar hacer algo, quizás por su mente pasaban pensamientos un tanto... eróticos, sin embargo lo único que podía hacer en estos momentos era intimidarme con imponentes palabras.

Resta un poco más de un mes para la celebración de tu cumpleaños – continuo – se ven tan lejos las fechas pero vale la pena la espera ¿no crees?

¿A... que te refieres con "vale la pena"? Pregunte, sabia la respuesta pero deseaba escucharla.

No importa... cuando llegue ese día lo sabrás – dijo Erick y luego se fue.



Desde El Otro Lado De La VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora