Capítulo I

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Cuán insoportable puede llegar a ser a veces el dolor físico, más cuando va acompañado del emocional. Mi garganta, sumamente seca, me hace pensar en la última vez que bebí algo, quizá dos días desde la última gota de agua.

En este lugar la esperanza parece un mal chiste y no existe ni siquiera el consuelo de la luz. Las cadenas que me sujentan emiten un suave resplandor plateado que lejos de tranquilizarme me provocan nerviosismo, ese resplandor es mi única compañía pero también la muestra de que aunque lo desee no podré liberarme de mis ataduras.

Todos los días trato de ordenar mi mente, traer a colación recuerdos para no olvidar porque estoy aquí.

¿Mi nombre? Luce Caplan, si eso es, por lo menos sigo recordando mi nombre. Soy... bueno, a estas alturas realmente ya no se que soy. Pero si se porque estoy aquí.
Hace aproximadamente cincuenta años el planeta estaba sumergido en un completo caos, las naciones de todo el mundo sufrían el dolor de las guerras, sólo algunos pocos países tenían la gracia de mantener con mucho esfuerzo la relaciones diplomáticas, y en medio de todo eso apareció Azhlith, un país desconocido, en donde el modo de gobierno era casi arcaico, sus territorios no aparecían en los mapas. Casi parecía que Azhlith había sido tragada por la Tierra luego escupida con furia a la superficie.

Pasó en pocos años que, con las numerosas y fuertes tropas, Azhlith había tomado ya un continente entero. La humanidad se habia vuelto cobarde, preferían sólo unirse a la tiranía de Azlith que enfrentarse a más guerras sólo por defender unos absurdos límites territoriales.
Así pasaron los años, y más del setenta y tres por ciento del planeta se habia dejado gobernar por esta nación. Pero Azhlith había cometido tantos abusos que empezaron a estallar nuevas revoluciones. Se crearon varios grupos rebeldes secretos y en uno de ellos estoy yo, o mejor dicho, estaba.

Me capturaron, me torturaron y aquí me han mantenido, sola con mis demonios y con todos los sentimientos revueltos en una maraña de hilos tejidos por la venganza.

De repente oigo unos pasos y mi corazón comienza a agotarse. Todo estaba bloqueado por mi cerebro pero ahora salía a flote, me habían condenado a pena de muerte por el crimen de rebeldía contra el gobierno.

Siento unas manos sacandome las cadenas y un escalofrío recorre mi cuerpo, es su aroma, azúcar y limón, casi ver el destello de sus ojos color plata.

- Maldita sea, levantate ¿No me oyes?

Su voz me saca del ensoñamiento y el odio empieza a arremolinarse en mi interior.

-Eres un Bastardo.

-Muy poco me interesa el concepto que tengas de mi, de cualquier modo en unos minutos pasarás a ser una más de las estúpidas que quisieron desafiar a Azhlith.

-¿A dónde me llevas? -pregunto mientras me arrastra hacia la salida de mi celda.

-Al espectáculo de tu ejecución.

Luces Apagadas [PAUSADA] {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora