Gerard

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 Gerard se despertaba demasiado temprano. A veces más sobresaltado que en otras ocasiones. Sus sueños no solían ser agradables siempre, entonces él se quedaba boca arriba mirando el techo roído de Haut de la Garenne.

Escuchando con atención. Conteniendo el aire en sus pulmones.

No se acostumbraba al hecho de tener a Frank tan cerca. A solo unos centímetros, durmiendo con pequeños silbidos y la boca abierta.

Las monjas lo habían reprendido con tres semanas de trabajo en la cocina por haber destruido su cama. Gerard por su parte siempre estaba castigado. Luego de muchos retos, le habían dicho que no volviera a hacer travesuras semejantes y que no tenían más remedio que dejarlo dormir con Gerard, era eso o que durmiera en el suelo.

Pero lo de Frank no había sido una travesura. Y solo Gerard estaba seguro de eso.

Cuando apagaban las luces, el menor se negaba a dormir a los pies del mayor, entonces se giraba silenciosamente para que su cabeza este al lado de la de Gerard. Si las monjas lo verían, lo habrían reprendido otra vez.

De repente no hay ningún ruido a su lado, Gerard se sobresalta y mira fijamente a Frank.

Pero él sigue ahí. Tan frágil. Como siempre. Su corazón late produciendo un lento movimiento en su pecho diminuto. Silencioso.

Frank sigue ahí y es lo único que Gerard necesita para volver a dormir.
**

Frank se sorprendió terriblemente, El shock del momento fue reemplazado por incertidumbre. ¿Por qué demonios había un bebe en una jaula?

Él miro para todos lados antes de huir con las cosas que había tomado.

Era un bebé pequeño, de no más de un año. Tenía pañales y el fino cabello rubio parecía pelusa en su cráneo. Frank coloco la jaula arriba de la mesada de la cocina, ni siquiera podía estar seguro si el bebé respiraba. Entonces trato de tocar atreves de la estrecha reja su diminuto pie y él bebe se estremeció con un quejido.

Pasados unos minutos de desesperante espera, Gerard se dignó a aparecer por la puerta trasera de la casa. Como siempre que el aparecía, el menor se olvidaba un poco de sus preocupaciones.

Frank contuvo una sonrisa al verlo con un delantal de cocinero rosado y sosteniendo en sus manos enguantadas de negro las verduras que había recogido de la huerta.

Gerard tenía esa desdeñosa manera de ser hermoso aún con algo tan ridículo encima.

Ni bien cruzo la puerta, el mayor lo miro por segundo en forma de reproche silencioso.

"No deberías estar aquí" siempre le decía, pero esta vez fue reemplazado por la sorpresa de ver una jaula allí. Gerard dejo lo que traía en brazos y se acercó a Frank para mirar en el interior alzando las cejas.

–¿De dónde salió? Y... ¿Por qué demonios hay un bebe en una jaula? –Repitió leyéndole la mente a su amigo. Gerard se retiró el pelo de los ojos como si eso lo ayudara a ver mejor el contenido.

–¡No lo sé! Ayúdame a sacarlo. –Dijo Frank en un susurro apresurado.

Él bebe parecía dormido.

No sabía porque era tan desesperante verlo allí dentro, simplemente no podía ni quería dejarlo de ese modo.

Supuso que se debía a las reiteradas veces que lo encerraron en un cuarto oscuro cuando era un niño. Ahora Frank mantenía cierto respeto hacia la oscuridad, se sentía seguro en ella, resguardado de las cosas malas, pero había sido un largo camino hasta eso y no era algo que deseara que un bebe soportara.

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