Capitulo 16: Luisa

2.4K 79 6
                                    

-Yo esto no lo acabo de ver...- Dijo Diana mirando el arregló que la habían hecho Daniela y Desiré con su uniforme.- Parezco una choni de pueblo.

-¡Pero que dices!- Daniela pegó una colleja a la cabeza de Diana.- Esto, es ir sexy. Así que déjate de estupideces y entra en esa cafetería a por tú hombre.

-Daniela... él no es mi hombre.

-¡No quiero excusas!

-¿Puedo al menos abrocharme un botón de la camisa?

-Cómo te desabroches uno te desabrocho dos.- Le amenazó Daniela señalándola con su dedo indice.

-Desiré, dile algo.- Se quejo la pelirroja del grupo cómo una niña pequeña.

-A por Berto ¡AHORA!- Le dijo la chica de cabellos oscuros mientras empujaba a su amiga con una radiante sonrisa.

La chica sintió cómo su cuerpo se desequilibrada a pesar de llevar los mismos tacones de siempre. El uniforme por las normas del internado tenía que llevar el mismo que el todas las chicas, pero se podría decir que sus ropas se habían encogido apropósito por parte de las dementes de sus amigas. La falda tejana en vez de ser una pieza de ropa directamente parecía un cinturón. Y su camisa blanca los botones de la parte inferior se habían desechó por encima de su ombligo para terminando de hacer un nudo, dejando su vientre al total descubierto. Y para rematar el escote que llevaba que Diana hubiese deseado que las pocas tetas que tenía no hubiesen sido subidas por uno de los sujetadores de Daniela.

La chica se volteó para ver a sus amigas, las cuáles estaban en la puerta de la cafetería haciéndole gestos con sus manos y muecas extrañas para que se acercará a la barra. Diana rodó sus ojos y obedeció a regañadientes.

<<-En menudo marrón me han metido.>> Pensó la joven mientras se acercaba al joven camarero que estaba dejando unos cafés en la mesa de dos estudiantes de un curso más grande que ella. Esos dos chicos mostraron una sonrisa divertida cuando vieron a Diana, o mejor dicho, parte de los pechos de Diana.

-Hola preciosa ¿Quieres desayunar algo con nosotros?

-Ella no sé.- Dijo el camarero mientras miraba a ese chico de piel morena.- Pero tú vas a desayunar dos puñetazos en tú cara cómo vuelvas a hablarle.- El chico levantó sus dos manos en señal de paz y Berto cogió a Diana para alejarla de la vista de esos ojos pervertidos que no le apartaban sus ojos de la parte trasera de la joven.

-¿Puedes hablar?

-Estoy trabajando.- Dijo el chico secamente.

-Vale....- La muchacha de pelo rojizo decepcionada y muy avergonzada por el númerito que había causado por culpa de su aspecto se dio la media vuelta, pero una mano la detuvo.

Diana fue arrastrada por la mano de Berto y la condujo al almacén que había detrás de la barra de la cafetería. Cerró la puerta y le puso el pestillo para que nadie les molestase. La chica caminó hasta el interior y cuando se volteó sintió cómo sus mejillas ardían al notar la devoradora mirada de su ex.

-¿Cómo estás?- Aunque Diana hubiese abierto la boca pareció cómo si nunca lo hubiese hecho. Berto sólo podía mirar el físico celestial de la chica.- ¿Berto?- El chico parpadeo rápidamente y levantó su vista a los ojos de Diana.

-Sobre que querías hablar.- La voz tan brusca de su amigo hizo que la muchacha suspirase pesadamente, haciendo que esa situación crease ese nudo en su garganta.

-¿Estás enfadado...?

-¿Por qué no me dijiste que eras virgen?- La chica asintió ruborizándose, arrepintiéndose por cometer esos errores cómo si se tratase de una niña de cuatro años.- No me puedo enfadar contigo, Diana. Ni aunque quisiera.- La chica no puedo evitar desprender una ligera sonrisa.- Pero eso no significa que no esté molesto por lo que has hecho. Me has mentido.

Perdona pero, te vas a enamorar de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora