principio y final.

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PEQUEÑA HISTORIA DE CIENCIA.

Vengo a contarte una pequeña historia. Sí, a ti.
A tí, que me has salvado cuando llovía clavándome tus ojos color primavera.
A ti, que con un "buenos días pequeña", consigues que caiga una y otra vez rendida a tus pies.
No sé que tipo de magia has usado, qué grandioso experimento has conseguido hacer en mi, para que cada vez que piense en ti, todas las células de mi piel se activen para ponerme la piel de gallina.
Esto de querer verte a cada momento, qué maravilloso experimento.
Vengo a decirte, que el amor no son estímulos, conjunto de reacciones químicas o sensaciones. Amor eres tú en cada forma pretéritamente imperfecta; eres tu en sonrisa, en aire, en agua, en tierra. Y mientras, mis cuerdas vocales danzan diciendo tu nombre en sueños, mis pupilas dilatadas para captar cada pequeño detalle de tu cuerpo, mis manos, entrelazadas a las tuyas, para formar, como los árboles, raíces y crecer juntos.
Tu cuerpo siendo un roble jóven y robusto.
Tus ojos siendo del color del otoño.
Tú, siendo una tímida primavera.
Mis labios, con ganas de que tu calor derrita mi invierno y pueda crecer como flor entre tantas espinas.
La manera que tienes de quebrarme la cabeza, de fraccionar mi tiempo para que una hora, parezca media. La fórmula matemática que tienes para, con sólo una sonrisa, quitar todos mis miedos.
Analizándote, me he dado cuenta de que eres esa fórmula que tanto le costó a Einstein sacar, que eres esa teoría que hizo dudar a todos los ciéntificos cuando la presentó Stephen Hawkins; pero que al fin y al cabo, demostró que algo es único. Y ahí entras tú, eres una fórmula única.

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