- Señor Damon ¿donde estaba?
Preguntó el señor Locky tranquilamente.
Damon hizo un gesto de desgana recostado en su asiendo y contestó cansado
- Haciendo mis cosas.
No se oía ni un ruido en la clase, todos estaban en silencio.
-Damon, hasta ahí llegamos todos, pero ¿se puede saber que excusa tiene para llegar tan tarde?
-Disculpe pero era por si alguna de las rubias oxigenadas que me comen con la mirada no lo sabían. -- me dí la vuelta y en efecto la mayoría de mis compañeras por no decir todas lo miraban perplejas.
No parecieron ofenderse con su comentario y el señor Locky comenzaba a ponerse rojo de ira.
- Esa no es forma de responder ni de tratar a sus compañeras.
A Damon le pareció importar más bien poco ya que subió los pies a su mesa como si estuviera en su casa.
-Damon presta atención a la clase y después tendremos una larga charla sobre esto.
Él asintió y todo continuó como otro dia cualquiera.
Al final de la clase no sólo llamó a Damon sino que tambien a mi, lo cual me sacó un poco los nervios.
Yo no había hecho nada.
Y Damon no me inspiraba mucha confianza que digamos.
Dirigí mi silla hacia la mesa del profesor y Damon se me quedó mirando como si no hubiera visto una silla de ruedas en su vida.
"Niño cierra la boca, te van a entrar moscas."
-Bien, puesto que el señor Damon se ha perdido varias clases desde que empezamos, he pensado que tu podrías ayudarle. Tienes las mejores calificaciones de la clase.
Vi como Damon se reía por lo bajo a mi lado.
No se como el señor Locky no se daba cuenta.
No me gustaba la idea de tener que ayudarlo, pero no se me da bien decir que no en estas situaciones.
-Claro señor Locky.
- Me agrada que aceptes, dado el comportamiento rebelde del señor Damon.
Volvió la vista hacia mi compañero y ambos se pusieron serios.
- Espero que des de ti, creo que no te conviene repetir otro año por lo que tengo entendido.
Y a paso ligero desapareció del aula sin dar pie a una respuesta, lo cual me parecía bastante razonable.
Damon en ese momento estalló en carcajadas y se sentó encima de una de las mesas.
-¿Qué te hace tanta gracia? - le reclamé ofendida.
-¿En serio me ha puesto una cerebrito como niñera?
" Será subnormalo"
Cada vez me caía peor.
Así que con aire de superioridad le contesté:
-Lo primero, no soy tu niñera ni tu enciclopedia andante personal. Y lo segundo, más te vale poned de tu parte.
Él asintió aguantandose la risa y preguntó:
-Y a todo esto ¿Cómo se llama mi no enciclopedia andante?
¿Se creía que se lo iba a decir?
Si era así, la respuesta era que no.
Seguro que haría algún chiste o se burlaria de alguna forma.
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Historia sobre ruedas
Novela Juvenil¿Cómo estarías si de repente todo cuanto amas y aprecias se ve afectado por una mala decisión que ni siquiera era tuya? ¿Si todo cambiara en cuestión de minutos, por una estupidez? ¿Y si esos cambios te hicieran darte cuenta de la cruda realidad?