CHAPTER 1

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  Agua. Todo lo que siento. Si respiro, moriré. Si no lo hago, también. Me siento impotente, aterrorizada, estresada, como si quisieran sacar mi alma de mi cuerpo a base de la más cruel tortura.
Cruel. Esa palabra resuena en mi cabeza sin parar, como si fuera un sufrimiento aparte del ahogamiento.
De repente, ya no hay agua y puedo respirar e intento recuperar todo el oxigeno perdido para mis pulmones con tanto ahínco que me mareo y no puedo ponerme en pie.
Todo es oscuridad y no veo nada, cierro los ojos porque tengo tanto pánico que tengo miedo que de la propia nada salga algo que intente matarme. Noto unas sacudidas y me asusto tanto que me doy con la cabeza contra la pared. Estoy metida en una especie de cubo de rejillas metálicas que apesta a mi propio pavor y a aceite quemado. El cubo se está elevando y no quiero ni pensar en que pasará cuando llegue al tope. Simplemente no quiero.
Lo peor de todo es que no recuerdo nada, ni como he llegado hasta aquí, ni mi edad, ni quien soy. Nada de nada. Cero. Solo recuerdo mi nombre. Es lo único que mantengo. "Olivia". Lo repito una y otra vez por miedo a que también se me olvide, miedo a olvidar lo único que recuerdo. Solo sé que desde que estoy aquí lo único que he sentido es terror. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Juro que si pudiera, acabaría con mi sufrimiento ahora mismo, porque estoy llegando a unos niveles de estrés que jamás creí que se podía llegar.
Espera. El cubo ha parado.
Espera.
Pasan cinco minutos. Diez. Veinte. En realidad no tengo noción del tiempo pero puedo llegar a imaginar cuanto tiempo está transcurriendo, y dejar de pensar para contar segundos me calma un poco. No ocurre nada. El silencio reina en este espantoso cubo.
Recuerdo algo, ese algo alguien me lo dijo, alguien importante. "Cuando deja de sonar la música, sabes que todo se va a retorcer".
Esa frase acaba de venir a mis recuerdos. Es citada por un hombre. Pero ese hombre no tiene rostro.
La música que ensordecía mis oídos del cubo cuando subía ha parado. Ahora se supone que todo se va a retorcer.
De repente, el techo del cubo se abre y la luz abrasa mis ojos. Escucho voces.
Mi única defensa es hacerme un ovillo tapándome la cabeza por completo y poniendo mis rodillas a la altura de mi barbilla.
Noto cincuenta miradas en mi y no me atrevo ni a respirar, pero estoy temblando.
Noto que alguien salta en el suelo del cubo y está de pie mirándome.
-Eh, chaval ¿Qué ocurre?
Tengo que estar temblando como una loca para que me pregunten que me pasa. La voz es muy tierna y cálida y a la vez varonil e imponente. Aunque esa voz me transmita tranquilidad sigo en la misma posición con mis tembleques.
-Eh, escucha...-Noto que me roza la espalda, le doy un manotazo para que no continúe y reculo hasta que mi rostro se ve perfectamente y estoy totalmente pegada a la pared como si esta pudiese cogerme y meterme para adentro para protegerme. Pero obviamente no va a ser así.
Lo primero que veo es la cara de un chico. Tendrá unos 16 años y es muy apuesto. Tiene ojos de color miel, nariz puntiaguda, cabello castaño y unos labios que parecen esculpidos a la perfección. Me mira embelesado y con compasión a la vez.
-Wow...-Murmura escrutando mis ojos.
Yo creo que tengo cara de pánico y tengo que estar echa una pena, porque el muchacho parece un poco preocupado. No quiero que me haga nada.
-Por favor, no me toques, no me hagas daño, no me hagas daño...-Digo con un hilo de voz.
Parece salir de su encantamiento.
-Eh, tranquila...-Intenta tocar mi hombro y vuelvo a pegarle un manotazo para que no lo haga y aparta totalmente el brazo y parece muy sorprendido.
-¿Que foño pasa ahí?-Dice una voz que es mucho menos cálida y dulce que la del chico que está conmigo.
El mira hacia arriba, a una multitud que no consigo ver bien por que están a contraluz.
Se aparta para que se me vea perfectamente y todos me miran.
Todos son chicos.
-Es una chica...-Dice un chico de cabellos rubios y acento marcado. No consigo ver su rostro.
-¿Otra? ¿Que broma es esta?-Dice otro chaval de piel oscura y rellenito.
-Broma no es... Mirad como está, madre mía.-Dice otro riendo maliciosamente.
Unos le ríen la gracia y el chico de mi lado y el rubio le echan una mirada fulminante.
Un chico entra en el cubo y viene hacía mi. Tiene el pelo negro y graso, enseña los dientes y están podridos. Tiene unas cejas muy peculiares.
-Bueno, basta de tonterías. Arriba cara bonita.
Me agarra con tanta fuerza que me levanta de un tirón y consigue hacerme daño. No me dejo levantar del todo y me entra de nuevo el pánico.
-¡No por favor! ¡Suéltame! ¡Para!
-¡¿Quieres parar de forcejear y me sigues?!
-Oye no creo que debas...-Dice el chico castaño con voz imponente, hasta que el que me agarra le interrumpe.
-¡Cállate cara fuco! ¿Esta es otra amiguita tuya, eh? ¿Cuando van a parar de mandarnos niñatas que pierdes el culo por ellas? ¡Estoy harto! Si no lo cuentas tú, lo contará ella a la fuerza.
Ahora me aprieta tanto que creo que me va a romper el brazo y no aguanto más.
-¡Suéltame! ¡Me haces daño! ¡Por favor no me hagas nada! ¡No sé nada!-Intento resistir como puedo a sus tirones y clavo como puedo los pies en el suelo para que no tire de mi. Mis gritos parecen más berridos de monstruo herido que de persona dolida.
-¡Gally suéltala foder!
Empuja al tal Gally con tanta fuerza que al fin se desprende de mi y cae al suelo del cubo. El chico me coge con delicadeza y me saca de la caja procurando que ni me de un pequeño impacto con la hierba que hay fuera.
-Newt, acompáñala con Jeff para mirar si tiene algo. Y no la pierdas de vista hasta que vuelva ¿vale? Ahora debo resolver algo.
-Pero...-Replica el chico rubio llamado Newt.

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⏰ Last updated: Dec 27, 2015 ⏰

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The Girl's Runner (TMR Fanfic)Where stories live. Discover now