CUARTA PARTE

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Reventaban como jamás hubiera visto, realmente no se imaginaba que algo así pudiera ver ante sus ojos, por lo menos con esa tecnología, y a pesar de no encontrarse en el circo, todo parecía oler algo así debido al maíz y a la mantequilla, pero fue la gran limpieza que había alrededor del lugar lo que igual asombraba, aunque claro, no faltaba la asquerosa persona que dejaba hecha una porquería algún pasillo debido al cesto caérsele y dejar toda la comida hecha una asquerosidad regada por el lugar.

Algunas personas apenas compraban los boletos, otros únicamente iban directamente a la sala, otros compraban algunas botanas al igual que ellos lo estaban haciendo, a pesar de una fila esperándoles detrás, sólo faltaba 1 persona más para que diera sus turnos.

-Bocchan, ¿qué desea comprar?- Sebastian preguntó.

-Quiero palomitas grandes, Sebastian.- Le dijo.

Su mayordomo lo meditó en cuestión de segundos, volvió a verlo con sus brazos entrecruzados.

-Bocchan, ¿no cree que es demasiado para usted?- Le preguntó nuevamente.

Ciel frunció el ceño.

-Ya te dije que quiero palomitas GRANDES.- Refunfuñó.

Karin se acercó a la caja, pues la pareja había terminado de comprar, miró a la señorita con suma seriedad e ignorando la disputa de los otros dos, se apresuró a pedirlo todo ella misma:

-2 palomitas medianas, 1 chica, una botella de agua, un refresco de sabor manzana y uno de dieta. Por favor, agregue una bolsa de dulces si es tan amable.- Le pidió.

Al cabo de un poco más de tiempo, la señorita se retiró a buscar lo solicitado.

Karin miró a los otros dos algo frustrada.

Éstos se quedaron inmóviles.

-¿Eso era lo que les costaba tanto trabajo decidir?- Inquirió. Entrecruzó sus brazos y bajó la mirada con los ojos cerrados- No entiendo, dicen que las mujeres somos las complicadas, pero ahora reafirmo que la cuestión es diferente.

Al cabo de unos minutos más, finalmente su orden fue entregada.

Ciel se aproximó a Karin.

-¿Cómo sabías que yo querría todo esto?- Inquirió.

-Porque...- Lo miró- Sigo siendo una Phantomhive.

Malditos sentimientos eran los que la atormentaban, pues su rostro había tornado más serio de lo normal, realmente no se sentía cómoda, pero a la vez, estaba más feliz que nunca, jamás se pudo haber imagino que algo así llegara a pasar, pues apenas tenía un tiempo trabajando ahí, realmente la melancolía la cubría demasiado, no había nada más que hacer, sólo... Replicarle, llorar, romper con su amado, encerrarse en una habitación por 3 meses y avergonzarse de lo que era.

Sus pasos fueron siendo más rápidos, realmente sólo deseaba que de repente él se apareciera y la entregara, se retirara sin más que decir y el tiempo no le permitiera quedarse más ahí dentro, en realidad, había veces en los cuales deseaba que ese mundo le prohibiera su entrada de cualquier manera, pero al contrario, parecía que la llamaba todo el tiempo, y profundamente esa herida la iba mortificando sin poder sanar.

-¿Megami?- Una voz inquirió.

Al voltear lentamente, sintió cómo su corazón volvió a latir rápidamente, realmente le parecía más que una tortura verlo de pie sin compañía, simplemente ocupado con un deber que ella anhelaba tomar control, la soledad era todo lo que reflejaba él, y sin menor duda, sólo podía imaginarlo igual que ella: Extrañándose.

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⏰ Última actualización: Dec 27, 2015 ⏰

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