Capítulo dieciséis

1.6K 40 4
                                    

Me reí para no ir corriendo y besarlo como muchas veces hice con… Bueno, con nadie. Es mejor que esa persona sea nadie para mí. ¡Ojalá sea nadie para mí en algún momento de mi vida!
- ¿Pasa algo? – dijo cuando vio que mi cara cambió debido a mis pensamientos –. No quise incomodarte.
- No, no pasa nada. Sólo me recordaste a alguien que es mejor que no exista – dije sonriendo. Falsamente, por supuesto.
- ¿Un ex? – asentí – ¿Te decía lo mismo?
- Sí pero... no lo sentía – ya me estaba poniendo mal como de costumbre. De esto sí que odiaba hablar.
- No quieres contarme, ¿no?
- No. Prefiero no hablar más de – hice una pausa y respiré hondo – él.
- Perdón. No quise hacerte poner mal. Siempre arruino todo, soy un mal anfitrión.
- No arruinaste nada. Todo sigue perfecto – dije con mi mejor sonrisa –. Ahora te toca a ti contarme algo sobre tu vida.
- No tengo nada que contar. Vivo casi en el bosque con mi familia, mi padre es médico, mi madre es ama de casa, tengo cuatro hermanos. Ya conoces a Emmett – rió al igual que yo. No me gustaba la idea de “conocer a Emmett” –. Mi padre nos adoptó hace unos cuantos años de diferentes lugares del país después de conocer a mi madre.
- ¿Y tus exs? Digo, debes tener muchas.
- Nunca tuve novia – soltó rápidamente. ¿Cómo una persona tan perfecta como Ian Hale nunca tuvo novia? Es algo totalmente ilógico e increíble.
- No te creo.
- Haces bien – rió –. No es que nunca en la vida tuve novia, simplemente prefiero pensarlo así. La última persona con la que mantuve una relación no me quiso como yo a ella y nunca fuimos nada serio. Es más, ella siempre quiso a otra persona.
- ¡Me asombra lo mucho que nos parecemos!
- ¿Sí? Qué bueno – su sonrisa era cada vez más hermosa –. Me gusta que nos parezcamos. Nos vamos a llevar bien cuando vivamos juntos.

- ¿Qué? – ¿cuándo qué? ¿Cuándo vivamos juntos dijo? Él rió al ver mi cara de asombro.
- Estaba bromeando. Aunque no es una mala idea, ¿o no?
- No lo sé. Es muy pronto. ¿Qué van a decir los vecinos? – dije siguiendo con su broma. Los dos reímos y nos contamos “chistes” por un rato más. Claramente, mis chistes eran malos, como todo lo que salía de mi boca –. ¿Cómo se llamaba tu ex? – pregunté mientras salíamos del restaurant.
- Katherine. ¿Y el tuyo?
- Harry – solté después de respirar hondo. Odiaba pronunciar su nombre.
- ¿Saliste con Harry Potter? – dijo bromeando, reí mirando al piso –. ¡Qué tarado ese Harry! – dijo después de un tiempo.
- Sí, demasiado. Pero fue bueno, me terminó de confirmar que el amor no existe...
- ¿Cómo que el amor no existe? Si no existiera el amor en el mundo sería un total descontrol y el odio destruiría cada vez más a las personas. Creo que sin amor, ni tú ni yo existiríamos. Tus padres se amaban cuando decidieron tenerte. Y creo que mis padres biológicos también.
- ¿Entonces por qué se dejaron de amar cuando llegué? ¡Es obvio, por Dios! Soy lo que no esperaban, Ian – no soportaba que alguien me diga que las cosas no eran como yo las imaginaba.
- Eso es lo que tú piensas. Pero, ¿qué fue lo que pensaron ellos cuando se enteraron que iban a ser papás? ¿Se lo preguntaste alguna vez a alguien?
- ¿A quién quieres que se lo pregunte? Tenía nueve años cuando pasó, abuelos no tengo o eso creo. A mi madre no la volví a ver, sólo 15 días al año. Mi padre nunca estaba en mi casa y, si estaba, Deborah se encargaba a la perfección para que se olvide de mi existencia. ¿Te parece que tengo a quién preguntarle?
Sé que lo dejé helado con mis palabras, no supo qué contestarme y no lo culpaba por eso. No era un tema fácil para hablar en una "primera cita". En realidad, no era un tema fácil para hablar en ningún momento.
Luego de un gran silencio, me dijo que cierre los ojos y que me iba a llevar a un lugar que me gustaría mucho después de recorrer la carretera por varios minutos. Cerré los ojos con miedo, pero los cerré al fin. Tenía un poco de confianza en él, le había contado lo que nunca le dije a nadie desde que llegué a Rosewood. En realidad, lo que nunca le dije a nadie en ningún momento.
Sentí como sus manos se posaban en mis ojos para que no vea. Sus manos frías hicieron que mi piel se erice. Tenía una piel extremadamente suave. Era perfecto...

La oveja y el leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora