Era una fría noche de invierno. Un manto de niebla cubría la calle, impidiendo que ella pudiera ver más allá de un par de metros hacia adelante.
Menos mal que se sabía de memoria el camino a casa.
Caminaba arrastrando los pies por la nieve, intentando apartarla de su camino. Tendré agujetas mañana, pensó.
Las calles estaban desiertas, al parecer. Los matrimonios de gente no enamorada residían en sus correspondientes casas sin atreverse a asomar el hocico por la ventana y arriesgarse a que el gélido ambiente se colara por sus fosas nasales y atravesara sus gargantas, dejándolos presos de un catarro algo difícil de curar. Algunos estaban deseando ponerse enfermos, como ella. Prefería quedarse en casa todo el día sin hacer absolutamente nada, antes que moverse por el instituto, ver las mismas caras inexpresivas de siempre. Aquellas miradas despojadas de cualquier tipo de cariño.
Fantasmas.
Eso era lo que parecían.
Hope llegó al umbral de su casa y miró hacia la puerta, dubitativa. Después de decidir que se quedaría allí en vez de seguir rondando por las calles, se sacudió el chubasquero y las botas, desprendiéndose de los restos de nieve que se aferraban a los mismos.
Sacó las llaves del bolsillo y abrió lentamente la puerta, con cuidado de no hacer ruido para no despertar a su madre, la cual dormía plácidamente en el sillón después de un duro día de trabajo.
-Buenas noches -susurró Hope mirando a su madre -. Te quiero.
A pesar de que Savanna no estaba escuchando, un escalofrío recorrió su cuerpo, como si fuera la primera vez en su vida que le decían algo tan sincero.
***
-Hope, ¿por qué no te animas? -gritaba Shanon a su mejor amiga -. Habrá muchos chicos guapos, lo pasaremos muy bien, te lo prometo...
-No, Shanon -dijo fría- . No vamos a pasarlo bien, porque yo no voy a ir. No soy de esa clase de personas que vende su cuerpo a cualquiera.
-Oh, vamos, Hope, ¿aún crees en el amor? Pareces una niña pequeña. Supéralo, eso ya no existe, se extinguió hace mucho -dijo bajando la mirada, una mirada cargada de inocencia y nostalgia.
-Yo no he perdido la esperanza.
Después de decir esto, caminó con agilidad hacia la salida del instituto, dispuesta a llegar a casa lo más rápido posible.
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LAS TIERRAS DEL MIEDO
Teen FictionA día de hoy poca gente cree en el amor a primera vista, o simplemente, en el amor. Eso para la gran mayoría es un juego de niños. La esperanza de que por encima de todo, incluso de las necesidades carnales, existe algo eléctrico y envolvente, cáli...