Veintiuno.

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Y es que no lo entiendes, y eso me jode. A pesar de todo sigues sin entenderlo.

Yo quería que estuviéramos juntos, que me amaras, que fuéramos felices para siempre.

No eres tan perfecto como te había visto al principio.

Tras mucho pensarlo, he llegado a la conclusión de que, en el fondo, era una especie de apuesta para ti y en cuanto me tuviste, pasaste de mí.

¿Sabes por qué pienso esto?

Alguna amiga ya me lo había dicho, pero yo siempre lo había negado porque cómo me ibas a hacer eso tú a mí.
Sin embargo me he dado cuenta de que en realidad tú nunca luchaste por mí y he decidido que yo no lo haré más por ti.

En realidad, yo nunca he querido líos de una noche ni que fuéramos amigos con derecho ni mucho menos quedadas de vez en cuando para "jugar a algún partido de tenis".
¿Por qué eres tan infantil como para no entenderlo?

Necesito saber por qué no eres el príncipe enamorado de mi cuento.

Si es que parezco tonta de verdad. Parezco tonta porque me había ilusionado. Por qué seré en el fondo, tan romántica empedernida.

Yo nunca te he querido ni tú a mí. Nunca me has gustado. Y ahora me he empezado a rayar, pero joder, me merezco algo muchísimo mejor. Ambos lo sabemos.

Así que perdóname, si te seguí el rollo, si te hablé fue porque necesitaba un poco de amor, pero no supiste aprovechar la oportunidad.

Madura un poco y ya nos veremos en otra vida, cuando tú no seas tú y cuando yo no sea tan estúpida para caer en este juego tan tonto otra vez.

¡Quédate! Y ya veremos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora