Matemos a la gallina juntos,
Tomemos el hacha con nuestras manos entrelazadas,
Dejemos que la gallina chille y disfrutemos de sus chillidos,
Permitamos que las gotas de sangre salpiquen en nuestras caras,
Para luego saborearlas uniendo nuestros labios,
Mezclando nuestras salivas y la sangre de la gallina,
Dejemos a la gallina ahí, inconsciente y sin signos vitales,
Mientras aún tenemos nuestras manos en el mango del hacha,
El cual atravesaba el cuello de la muerta gallina.