HE ENCONTRADO A LOS EXTRATERRESTRES
Stefan Denaerde
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Este libro describe el encuentro entre un habitante del Planeta Tierra y seres habitantes de un Planeta: IARGA,
distante más de diez años-luz de la Tierra.
El autor describe el extraño modo en que se verificó el encuentro, ocasionado por el choque de su embarcación
contra un OVNI sumergido; sucesivamente describe los interesantes coloquios que duraron dos días, durante los
cuales, con la ayuda de aparatos evolucionadísimos, capaces de transmitir imágenes y pensamientos, él fue
guiado al conocimiento del modo de vivir y de la extraordinaria evolución tecnológica del Planeta larga.
Además de dar la prueba tangible de la existencia de vida inteligente en otros mundos, este encuentro demuestra
que todo nuestro progreso técnico, desarrollado exclusivamente en los dos últimos siglos, es bien poco frente a
las metas efectivamente alcanzables; pero, sobre todo, queda bien reflejado el concepto que dicho progreso debe
alcanzar, sobre la base de poder madurar un gran desarrollo social, ético, estético y espiritual.
El tomo aparece ilustrado con numerosos dibujos, reconstruidos de memoria por el autor, conteniendo las
geniales y racionales soluciones para muchos problemas de carácter técnico-constructivo, sobre todo, con vistas
a la utilidad social con que las máquinas y obras son destinadas.
CAPITULO I
Navegando por el Mar del Norte, en la Schelda Oriental. Extraño comportamiento de la brújula. Colisión
con un objeto invisible. Salvamento de un náufrago. Entendimiento superior y gran fuerza física. Los
Seres Espaciales se preocupan. ¿La Humanidad está aislada Cósmicamente?. Invitación a un coloquio
interplanetario. Misterio subacuático.
A quien me pregunte por IARGA, le indicaré el camino. El verde crepúsculo misterioso de su cielo
rosáceo-oscuro no es un sueño, pero... ¡Sea paciente!.
Para hacerlo real, tendré primero que ordenar la masa de mis experiencias extraordinarias y exponerlas,
después, con un orden lógico. De todo ello, tengo extrema necesidad yo también. Poner un cierto orden en mis
recuerdos caóticos, podrá ayudarme a volver a ser lo que antes fui.
Me cuesta un cierto trabajo, -ahora-,recordar cómo era, cómo me sentía en aquella estupenda noche de verano,
cuando mi barco velero, un yate de acero, se hallaba anclado en las calmadas aguas de la Schelda Oriental,
como un gran cisne blanco.
- ¿Sabes que la brújula está rota?, fue el extraordinario anuncio de mi hijo.
No me asusté; pensé que podía tratarse sólo de una broma. Estaba sentado perezosamente en la cubierta interior,
en una cómoda silla y sorbía tranquilamente un café, mientras observaba la lejana Schouwen-Duireland, donde
teníamos previsto detenernos durante la noche. Sobre la línea sutil del horizonte se divisaba el faro de
Burgaluis.