Capítulo 3: Llora, que yo estoy aquí

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Aitana:

Había un llanto desconsolado al otro lado del teléfono, no sabía quién era pero tenía un mal presentimiento.

-¿Quién habla? ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

Al otro lado comenzaron a calmarse poco a poco y una voz susurrada hablo.

- Aitana, él me engaño.
- ¿Silvana?
- Si, no se que hacer Aitana, acabo de verlo con otra chica. Te necesito.
- Dime donde estás y voy para allá.
- No, mejor voy a tu casa, llego en 10 minutos - hablaba entre sollozos.
- Esta bien aquí te espero.

Sabía que Silvana estaba mal, había estado con ese chico durante 1 año y ella confiaba mucho en él, esto le debe haber chocado demasiado.
Pasaron 15 minutos y mi timbre sonó, al frente mío no estaba la chica sonriente y alegre que era mi mejor amiga; ante mí había una chica frágil, con la nariz roja de tanto llorar y todo el maquillaje corrido.
No sabía que decirle, no encontraba las palabras que la hicieran sentir mejor.

- ¿Por qué Aitana?¿por qué me hizo esto? - y de nuevo comenzó a llorar.

Sólo la abracé, sabía que era lo que necesitaba, un abrazo es suficientemente para un corazón herido. Siempre funcionaba entre nosotras, en momentos así las palabras simplemente sobraban.

- Llora todo lo que quieras, yo estoy aquí, y no permitiré que nadie te haga daño.

Nos quedamos así por unos minutos más y poco a poco Silvana se fue calmando. Al separarnos nos sentamos en el sofá y ella me contó todo lo que había visto.

- Entonces me dices que él aún no sabe que tú sabes - le dije confundida.
- No, él no sabe que lo ví.
- ¿Y qué harás?
- Mañana lo enfrentaré y terminaré con él.
- Estoy de acuerdo contigo, ¿quieres que esté ahí cuando se lo digas?
-No, está bien, puedo hacerlo sola.
- Recuerda que siempre estaré a tu lado, por eso somos amigas.
-Lo sé, gracias Aitana, te quiero - dijo mientras me volvía a abrazar. - no sé que haría sin ti.

Esa noche Silvana se quedo a dormir en mi casa, no volvimos a hablar del tema hasta que íbamos de camino a la universidad a la mañana siguiente.

- ¿Entonces hoy te encontrarás con él? -pregunté.
- Sí, hoy quedaremos saliendo de la universidad y hablaremos.
- De acuerdo, entonces supongo que no nos veremos a la salida.
- ¿Te importa si voy a tu casa después de hablar con él?
- No, claro que no, puedes ir cuando quieras; nos vemos, se me hace tarde para mi primera clase. - y con eso nos despedimos.

El día pasó con tranquilidad, aunque en el fondo estaba un poco nerviosa por Silvana, quería estar con ella en ese momento pero sabía que era algo que ella tenía que hacer sola. Ella podría hacerlo.
A la salida de la universidad fuí a mi casa y estaba muy nerviosa, sabía que Silvana podía aparentar que era fuerte, pero por dentro estaba destrozada.

Pasaron un par de horas y llegó a mi casa, no lloraba ni tenía signos de haber llorado; no tenía expresión alguna en el rostro y a veces eso me preocupaba más que verla llorando.

- ¿Todo fue bien? -pregunté preocupada.
- Sí todo bien -dijo yendo a la cocina por un vaso con agua
- Vamos, habla, a mí no me vas a mentir.

Tomó el agua tranquila y cuando lo dejo sobre la encimera se tiró de rodillas al piso y empezó a llorar desconsoladamente.
Solo me arrodillé junto a ella mientras intentaba decifrar lo que decía entre sollozos.
Y no logré escuchar nada, esperé media hora mientras sus lágrimas se detenían lentamente.

- Estoy mal, no puedo negarlo -comenzó entre leves sollozos- pero estaré bien.
- Vamos al sillón levantate.
- En serio estaré bien Aitana, me e recuperado de cosas peores y este no es el fin del mundo.
- Lo sé, tu eres fuerte y lograrás reponerte. Y yo estoy aquí y siempre te apoyaré.

Silvana no dijo nada más, se acurrucó en mis piernas y se fue calmando poco a poco mientras le frotaba la cabeza.

- ¿Sabes Silvana?, creo que es mejor estar solas, los chicos sólo aparecen en nuestras vidas para destruirlas.
- Ahí no estoy de acuerdo contigo -dijo adormilada- aún creo en el amor y nunca lo dejaré de hacer. Si de algo estoy segura es que no todos son iguales.
- ¿Y piensas seguir sufriendo hasta encontrar al indicado?
- No, sólo pienso seguir creyendo en el amor, porque creo en el amor verdadero, ese amor que nunca termina y si, espero encontrarlo algún día.
- Se nota que estás cansada - dije riendo - ya estás delirando.
- Aitana, solo porque él se fue sin decir nada no quiere decir que todos se vayan a alejar de tu vida.
- No quiero hablar de esto ahora porfavor.
- ¿Y cuando será el momento en que quieras hablar de él? -elevó la voz.
- Simplemente no puedo Silvana, no me presiones, solo te pido eso.
- No puedes vivir con el rencor de que se fue y te dejó, la vida sigue después de él - dijo en un bostezo.
- ¿Y qué pasa si mi vida se fue con él?
- Dijiste que lo habías superado, ya han pasado años.
- Sin dudas esta superado, solo que tu comenzaste a hablar.
- Bueno, ya me adormilaste bastante -dijo mientras se levantaba. - ¿puedo quedarme aquí denuevo esta noche?
- Si, no hay problema, quédate todo lo que quieras.

Y ella se fue a dormir, aún era temprano así que me puse a limpiar lo que podía hasta que sin darme cuenta se hizo de noche. Silvana ni siquiera había comido, pero la dejaría por hoy, sabía que había sido un día difícil para ella.

Me fui a acostar con muchos pensamientos rondando por mi cabeza, di vueltas en mi cama por 1 hora, hasta que por fin logré conciliar el sueño.

Otra vez túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora