El olor a Invierno

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Querida mamá,
¿Te acuerdas del abrigo verde que me regalaste el año pasado?
Sí, ¿verdad?
¿cómo olvidar aquel inmenso abrigo de plumas de un verde horrible que no combinaba con nada? Juré que nunca me lo pondría...
Pues hoy me lo he puesto y...
Y la verdad es que es muy cómodo y calentito y tampoco es tan horrible.
Todo depende de como se miren las cosas.
Una cosa mamá,
¿Sabes a qué huelen los inviernos?
A frío.
El aire fresco corre por las calles, colándose por la rendija que hay entre mi bufanda y mi cuello. Un escalofrío recorre mi espalda y huelo a frío.
Los inviernos aquí tienen otro sabor, te hielas de otra manera, me gustan estos inviernos .
Cuando digo frío me refiero a esa brisa que acaricia tus mejillas sonrojándolas, ese viento que descoloca tu gorro y revuelve tu pelo, ese frío que te congela las manos, los pies, el cuerpo... Y te calienta el corazón.
Con este frío despejas los sentidos, hueles las sonrisas de la gente, adviertes si están de mal humor, ves el bonito cielo que amenaza con helarse él también y los charcos de agua helada que no llegan a congelarse y las fuentes que se niegan a manar.
El invierno huele a frío, pero también a hogar y a recuerdos. Se me ha antojado una taza de chocolate calentita como la que tomamos aquel día...
Hoy tu abrigo me ha salvado de perderme algo especial.
Si hubiera llevado mi favorita poco abrigadora cazadora estaría helándome, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha y mis oídos negándose a oír.
Por dentro hoy estaba caliente, a pesar del aire que corría por fuera.
Y no me lo perdí, de esos hombres que no tienen nada, que por no tener ya no tienen ni frío, de esos pobres sin zapatos, sin chaqueta, sin dinero.
Se mantenía de pie, con un gato entre sus brazos, un gato pulgoso, pelado y mugroso como su amo, lo abrazaba con cariño, le transmitía el poco calor que sentía, se hacían compañía...
Lo sostenía con delicadeza, como si fuera una pieza valiosa y única en el mundo, lo aferraba temiendo que se lo pudieran quitar, y en la otra mano, la que tenía desocupada cogía un cartel:
No quiero monedas, quiero sonrisas
Feliz navidad.
Mamá, ¿a qué es precioso?
Dicen que el invierno te congela, pero yo creo que te despierta el corazón.
El invierno huele a frío, huele a amor, huele a hogar.
Tengo ganas de llegar ya a casa, tenme preparado un chocolate caliente.
No tardaré en llegar mamá
Mensaje de voz en el contestador,grabado a las 17:42

Querida Mamá,Donde viven las historias. Descúbrelo ahora