Capítulo 82.

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  Gustav: Te estoy viendo.

Escuchaste la voz más cercana a ti. Volteaste hacia atrás, y viste que era Gustav que caminaba hacia ti. Lo abrazaste, y él te correspondió el abrazo.

Gustav: Mírate, -Sonreía- Estas más grande. –Soltó una risita-
Tu: ¡Un gusto verte de nuevo!
Gustav: Igualmente. –Te respondió con una sonrisa.
Tu: -No dejabas de sonreír- Por poco no recuerdo su rostro.
Gustav: Ni yo el tuyo, el de tu novio es difícil de olvidar. –Bromeó. Reíste y apresuró a decir- ¿Te parece si vamos a comer? Iremos al "Agua nueva".
Tu: Ah, claro. Le avisaré a Harry...
Gustav: Le mandas saludos de mi parte. –Sonrió- iré por los chicos. –Refiriéndose a sus amigos.

Caminaste hacia el estudio donde estaban los chicos y entreabriste la puerta. Con señas le pediste que saliera, y él salió. Asomó su rostro muy cerca del tuyo.

Harry: ¿Qué pasa amor? –Preguntó suavemente, mientras salía del estudio.
Tu: Saldré a comer con Gustav.
Harry: ¿Está aquí? –Preguntó al momento que cerró la puerta detrás de él.
Tu: Sí, no sé qué hace aquí. Pero está aquí. –Sonreíste- me invitó a comer, y a ti igual. Pero no... puedes salir ahorita.
Harry: No te preocupes. –Esbozó una sonrisa- ¿Pasaré por ti o cómo?
Tu: Te llamo. –Lo besaste- ¿Sí?
Harry: Perfecto. –volvió a besarte- diviértete.

Le sonreíste. Te diste la vuelta y comenzaste a caminar al estacionamiento, donde estaría Gustav esperándote. Sentiste que Harry no entró al estudio, se quedó ahí a observar tu caminar. Podías sentir esos ojos verdes posados en ti.
Gustav te llevó al Restaurante que se situaba en Oxford Street. Agua Nueva se encontraba subiendo los elevadores.
El lugar era tan elegante, al entrar era un gran pasillo con espejos y luz tenue. Al llegar a la mesa, pudiste notar luces amarillas haciendo contraste con el cristal negro. Sillas perfectamente forradas con una tela suave, y color neutro de tonalidad marrón. En las mesas, sobre los manteles blancos estaban algunas copas y un vino particularmente caro.
Comenzaste a sentirte incómoda. Portabas unos jeans claros, unos mocasines italianos color rojo oscuro y una blusa de botones color moca. Tenías el cabello sin peinar, no llevabas más accesorios que un brazalete que tenía grabado las iniciales de Londres. Un "souvenir" de una tienda del aeropuerto. Nadie lo notaría, mientras no lo leyera.
Los chicos que iban acompañándolos eran Keil y Fray, chicos atractivos y de más estatura que tú.
Keil, quien aparentemente era muy alto, delgado y con brazos fuertes. Su tez era morena casi como la de Gustav, ojos negros y profundos. Cabello brilloso y con rizos en las puntas de sus cabellos. Fray, quien era un poco más bajo, era más fornido de la espalda, era ancho y de sonrisa impecable. Ojos castaños con destellos amarillos, sus pestañas eran largas, y portaba lunares que lo hacían aún más atractivo a su tono de piel. Elegantes los tres que portaban camiseta de vestir junto unos mocasines italianos oscuros. Como si fuesen juntos a una fiesta y casualmente se hubiesen combinado la ropa.
Se acomodaron en la mesa que previamente fue reservada, era al aire libre, dónde casi no había personas. Keil, quien pareció ser el más coqueto, movió la silla hacia tras y te pidió que te sentaras. Pidieron los mejores platillos; Acompañados con bebidas alcohólicas. Menos tú, preferiste refresco. Tenías que cuidar los modales. Derecha, codos fuera de la mesa y sobre todo mantener el pañuelo cerca de ti, o en tu mismo regazo.
Keil, Fray y Gustav eran amigos desde la Universidad, los tres estudiaron lo mismo, pero cada uno se especializó en diferente rama.
Gustav contó sobre quién era tu novio, ya que los chicos se preguntaban por qué tanto misterio. No estabas segura pero, algo te decía que Keil quería preguntarte algo y no se animaba.

Keil: si yo saliera con una chica famosa, me sentiría como pavo real. –dijo mirándote- ¿tú no te sientes así?
Tu: -Negaste con la cabeza- me siento normal.
Keil: Eso es bueno. –Admiró- y... ¿Es británico?
Tu: Sí así es.

Fray y Keil soltaron una risita.

Tu: ¿Qué pasa?
Fray: Sin parecer entrometido, y con tu permiso... ¿Es bueno en la intimidad?
Tu: ¿Perdón? –Abriste los ojos de par en par. Él y tú jamás habían ido de besos y caricias.
Fray: Eso es un no. –Le dijo a Keil- Punto para los americanos. –Burló a Gustav.
Gustav: No tiene nada que ver. –Rio-
Fray: Ganamos.
Keil: americanos: ganan esta vez. –Sonrió.
Tu: ¿De qué hablan?
Keil: Al grano. –Dijo dando un pequeño manotazo en la mesa- tu novio. –Sorbió de su bebida- ¿Es bueno en tener intimidad?
Tu: -Tragaste saliva- yo... -Interrumpió Gustav.
Gustav: No la obliguen a hablar, chicos. –Rio- seguro Harry la hace más feliz en dos minutos que ustedes dos juntos en un día completo. –Defendió- Ellos, -Te miró- son Americanos, y creen que es mejor un americano que un británico. ¿Tú qué opinas?
Keil: ¡Admitan que son unos aburridos! –Bufó con Fray.

Keil y Fray eran de América, mientras Gustav venía siendo parte de Reino unido. Ahora comprendías por qué la pelea entre quienes eran mejor en la intimidad. Cosa que comprendías, siendo por la rivalidad entre diferentes orígenes.

Tu: Opino que aún no creo correcto responder eso. –Dijiste ocultando tus mejillas rojas.
Keil: No estarás diciendo que... tú y Harry... -Dejó la frase en el aire.
Fray: ¿Ves Gustav? –Sonrió- definitivamente está decidido. ¡Son unos aburridos!

Aún seguías ruborizada, deseando no volver a tener que responder esa pregunta. No te avergonzaba no haber tenido ya antes un encuentro con Harry, pero temías que ellos te juzgaran de algo.

Gustav: Tal vez estuvieron en proceso dé, pero tal vez la edad o madurez no es la adecuada aún.
Keil: ¿Cuántos años tienes? –te preguntó suave.
Tu: Tengo dieciocho. Y... no creo que Harry sea un aburrido. –Defendiste.
Keil: ¡Ah! Entonces estás joven aún.
Fray: ¡Pero jamás se es viejo ni joven! Simplemente si estás lista, estás lista y lo sabes cuándo deseas a la persona. Punto. No hay que sentirse presionado, eso sí. Pero igual, eso comprueba una vez más que los americanos llevamos delantera.
Gustav: Precoces. Acá todo se mide, y se espera el momento perfecto. –Defendió con una sonrisa triunfante- Hay más que el sexo. Tal vez ella necesite tiempo. –Te miró- sólo déjate llevar, no obligues al momento, sólo sucede. –Te sobó la espalda en forma paternal.

Después de una plática casualmente paternal, llamaste a Harry, quien pasó por ti. Te despediste de todos, y se disculparon por la posible incomodidad que te causaron sus aullidos. Subiste al auto de Harry y viste que había rentado tres películas, había bolsas de caramelos y algunas frituras con bebidas.
Colocó la película, tú veías las otras dos cajas de las películas, jamás escuchaste de ellas, ni mucho menos por causalidad. El día estaba algo helado, las nubes estaban tapando el atardecer. Harry llevó una sábana y una manta de colores neutros. Movió la mesita que estaba enfrente del sillón e hizo un respaldo de muchos cojines. Se sentó a tu lado y te abrazó mientras comenzaba la película...
Minutos de haber empezado la película...  


Let's Pretend It's Love | h.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora