Un gran día.

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Emma no sabía cuánto tiempo llevaban así. Habían estado escapando por mucho tiempo. Corriendo sin destino fijo, sólo lejos. Habían días buenos, en los que todo era tranquilo; comían sin prisa, no miraban a su alrededor buscando sospechosos ni escondían sus rostros. En los días así casi podía jurar que Bucky estaba mejorando. Pero luego venían los días malos, donde tenían que escapar en el medio de la noche y pasar días a la intemperie; días en los que Emma no podía dormir, no porque no tuviera sueño, pero porque los quejidos de Bucky durante sus pesadillas no se lo permitían. Esos días así le dejaban bien claro que no podía abandonarlo.

Hoy era un día bueno. Habían estado escapando por varios días seguidos, hasta que llegaron a un pequeño y tranquilo pueblo. Todo era limpio, bonito y hogareño. Emma y Bucky caminaron lentamente por una acera. La joven lo miró con alivio, desde que entraron al pueblo él se había relajado. Sin decirle nada, Emma tomó su mano y lo guió hasta una pequeña posada ubicada al final de la calle.

Al llegar, Bucky tomó la iniciativa de apartar la habitación mientras la joven examinaba el lugar. El castaño comenzó a hablar, llamando su atención y mirándolo desde el otro lado del pequeño lobby.

-¿No hay alguna otra cosa?- Pidió con un poco de molestia en su voz. La mujer que estaba al otro lado del mostrador se echó un poco hacia atrás. Emma se acercó a Bucky y puso una mano en su hombro. Él la miró al mismo tiempo que la chica le sonreía y se relajó. –Está bien... Deme esa.- Murmuró con un poco de molestia. La mujer le dio una llave y Emma y Bucky se dirigieron a la habitación.

-Sabes, deberías ser un poco más delicado con las personas.- Dijo la joven con desdén.

-No veo por qué si ya pronto nos iremos de aquí.- Comentó. La chica bajó la mirada. Era triste pensar en tener que moverse constantemente, en saber que no podría hacer amigos, ni volver a tener una vida normal. Todo por él. Bucky la miró y pasó un brazo sobre sus hombros, apretándola hacia él. –Perdona, trataré de ser más amable...- Emma lo miró y esta vez él le sonrió a ella.

-¿Qué pasó con la mujer en el lobby?- Le preguntó con curiosidad. El castaño suspiró e insertó la llave en el cerrojo de la puerta.

-Ya verás...- Dijo, abriendo la puerta.

El corazón de la chica bajó a su estómago al ver el interior del cuarto. Era hermoso. Todo estaba decorado con flores blancas y azules, había una pequeña lámpara sobre una mesa con dos sillas al lado de una gran ventana al final de la habitación, la cual estaba enmarcada por unas vaporosas cortinas blancas. En ese momento la vió. Una cama matrimonial, vestida con sábanas blancas con rayas azules. La mitad de la cama estaba cubierta de almohadas y cojines y la otra por pequeñas flores y bombones, todos esparcidos sin orden específico. Se quedó petrificada al darse cuenta de qué significaría eso. No había otra cama, tendrían que dormir juntos.

-Son un poco exagerados con la decoración, ¿No?- Comentó el soldado con un poco de humor.

-Deberíamos cambiar de habitación...- Gimió la joven. El soldado la miró exasperado.

-Eso intentaba hacer antes de que tu llegaras con tu cara de "Sé más amable"- le reprochó Bucky. – Vamos, ¿Te da tanto miedo pasar una noche conmigo en la misma cama?- Se burló el castaño, poniéndose en frente de Emma y dedicándole una sonrisa coqueta. La respiración de la chica se aceleró y su corazón comenzó a latir más fuerte. La joven le lanzó una mirada provocadora.

-Por la manera como trataste a la chica de la recepción, creo que tú tienes más miedo de pasar la noche conmigo.- El rostro de Bucky se quedó en blanco. –Iré a la ducha.- La joven sonrió, tomó una toalla y se encerró en el baño.

Al terminar la ducha, la joven enrrolló la toalla alrededor de su cuerpo y salió al cuarto. El soldado había cerrado las cortinas, oscureciendo la habitación un poco.

-Lista- Comentó. Bucky estaba sentado en una de las sillas al lado de la ventana, leyendo atentamente un mapa que cargaba siempre en un bolsillo.

-Ok.- Dijo el soldado, sin prestarle atención.

-Ok...- Murmuró Emma. Tomó su bolso y lo puso sobre la cama, buscando algo de ropa. De repente, sintió que un par de brazos rodeaban su cintura. Se puso tensa y su corazón parecía un tambor de nuevo.

-Bucky... ¿Q-qué haces?!- Dijo con la voz entrecortada. El soldado acercó sus labios a su oído, podía sentir su sonrisa. Su barba rozó la suave piel de su cuello, dándole un escalofrío.

-Creo que ya sabemos quién es la que tiene miedo- Sonrió. Soltó  a Emma y tomó una toalla, entrando a la ducha.

-¡Dios mío!- Suspiró para si misma. Bucky de verdad que era muy sensual y arrogante cuando se lo proponía. Poco a poco su corazón se fue tranquilizando. Se vistió con un pantalón de pijama gris y una franelilla blanca. Sacó un pequeño libro de su bolso y, apartando algunos bombones y flores, se sentó en la cama a leer.

Bucky salió al rato de la ducha, una toalla rodeaba sus caderas. La chica levantó la mirada de su libro por un momento y miró su cuerpo. Tenía muchísimas cicatrices, pero sin duda las peores eran las que rodeaban su brazo izquierdo. Una vez intentó preguntarle acerca de eso, pero la miró de manera tal que no le quedaron ganas de preguntarle nada.

-¿Te gusta lo que ves?- Sonrió el soldado. La chica levantó una ceja, fingiendo molestia.

-Oh si, ¡todo eso me encanta! Lástima que esa toalla esté estorbando- Dijo mientras le tiraba un cojín a la cabeza y su mirada volvía a su libro. Le acaba de decir la verdad y Bucky hizo justo lo que se imaginabas que haría: se rió y aventó el cojín a un lado de la habitación. Se vistió únicamente con unos pantalones negros, dejando su pecho al descubierto y su cabello suelto. Se sentó al lado de Emma de un salto y miró su libro.

-No sabía que tenías un libro guardado- Comentó Bucky, con un poco de sorpresa en su voz. Su cercanía la ponía nerviosa, podía sentir el calor de su piel...

-Si, es sólo que nunca había podido seguir leyéndolo- Comentó la chica, hablando lentamente. El soldado la miró con curiosidad, esperando que le contara de qué trata. Emma suspiró, se puso frente a él y comenzó a contarle. Bucky la miraba con suma atención, mirando sus labios y sus manos mientras le contaba con emoción todo lo que estaba sucediendo en el libro. Mientras tanto, habían comenzado a abrir los bombones y a comerlos. Bucky comenzó a contarle pequeñas historias de lo que había vivido antes de la guerra, la gran mayoría de su amigo Steve.

-¿Era como tu hermano cierto?- Comentó Emma con la boca llena de chocolate. James sonrió.

-Si, sólo que era un poco más pequeño que yo, y algo debilucho, así como tú- Dijo con una gran sonrisa.

-¿Yo? ¡Yo no soy debilucha! Podría ganarte en una batalla cuerpo a cuerpo en este mismo instante- Emma se hizo la ofendida de manera súper exagerada, y mientras Bucky se reía, se lanzó sobre él, poniendo sus piernas a cada lado de su abdomen. Cruzó los brazos sobre su pecho y le sonrió.

-Eso no es suficiente para detenerme- Dijo con diversión, rodando sobre si mismo y volteando a la chica, pegando su espalda de la cama. Ahora él estaba sobre ella, y de repente olvidaron de qué se habían estado riendo. Tener su cuerpo presionando el suyo aceleró la respiración de la chica y un ligero rubor cubrió sus mejillas. Bucky le quitó un mechón de cabello del rostro, rozando su piel.

-Te ves hermosa cuando te ruborizas...- Dijo, mirando sus labios y apretando la mandíbula.

Ya estaba decidido. Hoy sería un gran día.

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⏰ Última actualización: Apr 29, 2016 ⏰

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