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Continúa botando a mi alrededor, disfrutando como una niña de dos años. La pelota casi no ha abandonado sus manos, incluso parece que le estoy aburriendo. No abandona el juego.
-Saca ya-me dice, después de haber vuelto a encestar.
Me deja pasar a su lado, sin ni siquiera moverse y me mira expectante. Estoy bastante cerca de la canasta.
-¿Vas a tirar?-rueda los ojos-. No voy a moverme. Al menos supongo que podrás encestar 1 vez.
Me preparo y la miro por última vez antes de tirar. Error. Me mira expectante mordiéndose el labio inferior. Vuelvo a fallar.
-Esto me exaspera-dice ella, acercándose a mi muy poco-. Jack, ¿no?
Asiento con la cabeza y entonces caigo en que todavía no sé cómo se llama. Algo tan básico, tan simple, algo que se pregunta desde que conoces a alguien; y yo no tenía ni idea de cómo se llamaba.
-¿Cómo te llamas? -le pregunto haciendo una mueca incómoda.
-Chloe. Y no te preocupes, yo tampoco sabía el tuyo, solo se los he escuchado gritar a tus amigos.
-Pensé que me había olvidado -exclamé, sintiéndome aún más patético.
-No pasa nada, Jack, deberías preocuparte más por tus dotes en el baloncesto que por saberte mi nombre.
Ruedo los ojos sin disimulo alguno y frunzo los labios.
-Que no, parece que...
-¡Jack! No me lo puedo creer tío.
Gilinsky y todos los demás se acercan a nosotros, con los bastante abiertos.
-¿Qué fue eso? -me acusa Skate, señalando a la canasta con el dedo.
-Voy a recordar este momento durante toda mi vida. ¡Lo tengo hasta grabado!
-Jack, de alguna manera me siento el hombre más feliz y decepcionado al mismo tiempo.
Ella, delante mía, los mira divertida, con una sonrisa de medio lado. Y, ellos, aunque tratan de ocultarlo, no paran de mirarla con curiosidad.
-Hola-le saluda Hayes, cuando se forma un incómodo silencio que a ella parece no afectarle-, ¿cómo te llamas?
-Chloe-ella sonrió amablemente-, encantada.
Antes de que ninguno de nosotros nos diésemos cuenta ella corta la distancia entre ellos dos y deposita dos besos suaves en las mejillas del pelinegro, que se sonrojan en nada con confusión.
Todos debemos de estar mirándola igual ya que ella de repente parece darse cuenta de algo.
-¡Ay! ¡Lo siento mucho! ¡En mi país saludamos así! No pretendía que fuese incómodo -aunque suena arrepentida, no falta su risa en la oración.
-No, si a mi no me ha molestado -le dice Hayes y yo de repente tengo que recordarme por qué no debo darle una colleja que le saque los ojos.
-¿Eres suramericana?
-Española. Todavía no consigo dejar mis costumbres.
Skate, de repente muy interesado, se abre paso entre Nash y Gilinsky para colocarse delante de ella.
-¿Saludáis así siempre en España?
-¿A qué te refieres?
-Sí, que si siempre dais dos besos para saludar.
Ella ríe como si le pareciese que la pregunta es algo anormal.
-Cuando no hay mucha confianza sí, cuando es a alguien que ya conoces somos más de abrazos.
-Chicos, ya sé a dónde nos iremos de vacaciones. Apuntado -habla él divertido, levantando el puño en el aire con autosuficiencia.
Y, casi sin darme cuenta, me encontré rodeado de chicos que están concentrados sutilmente en la conversación que mantienen con Chloe. Descubren que es Española de nacimiento, y no tardan dos segundos en halagar su algo nivel; aunque es cierto que tenía un acento extraño, no sabría decir exactamente de qué, parecía que su acento era una mezcla del americano con el inglés y alguna que otra variante más. Además, descubren que no es de la península, sitio de España que todos conocemos, si no de unas islas pertenecientes a este país.
Todos la miran como si estuviesen hablando con la persona más interesante que se hubiesen encontrado nunca. Y podría ser cierto, Chloe era innegablemente una persona difícil de dejar de mirar. Una chica, curiosa, extraña, única, rara. Perfectamente proveniente de una fábrica de muñecas de porcelana como de un zoológico o un restaurante chino.
Los miro a todos, completamente perdido en la conversación. "¿De qué estarán hablando?", pienso para mi mismo, y ella me mira y sonríe divertida como si acabase de leerme la mente.
-¿Por qué no te vienes a comer con nosotros?
La pregunta me saca del trance que tengo con sus mejillas, y miro directamente a Nash, que es el que ha pronunciado la pregunta.
¿Cómo?
-Oh chicos, os lo agradezco, pero no creo que sea buena idea.
-¿Por qué no? -curiosea Hayes, tal vez demasiado atento a sus palabras.
-Bueno -ella se rasca la parte del antebrazo con una sonrisa ni medio completa-, nos acabamos de conocer...
-Entonces si nunca aceptases por esa misma razón, siempre seríamos desconocidos... -Skate la mira con un brillo extraño, resultando aún más sus hoyuelos. ¿A caso está intentando ligar con ella?
Chloe le apunta el pecho con un dedo y asiente.
-Me acabas de convencer al 100%.
Todos comienzan a recoger sus cosas rápidamente mientras ella se mantiene a mi lado, no muy cerca.
-Espero que no te importe.
-Claro que no-le sonrío y ella asiente, a la misma vez que los chicos vuelven a acercarse.
-¿Dónde queréis comer? ¿Vamos a un restaurante o comemos en la casa de alguno?
Todos la miran a ella, esperando una respuesta.
-Vamos a comer algo por ahí algo mejor.
Skate se ríe y levanta los brazos.
-No tenemos intenciones de violarte ni nada.
-¡Eso lo tenía claro yo! De lo que no me fío es de vuestros dotes en la cocina.
Nash se para en el sitio y se lleva una mano al pecho dramáticamente mientras dobla las rodillas.
-¿Cómo has sido capaz de decir eso?
-Te permitimos la duda, pero tengo que admitir que no sabemos cocinar. Ninguno, menos Jack -habló Gilinsky mirándome con una mirada cómplice.
¿Por qué me mira así?
Ella levanta una ceja y me mira medio sonriendo.
-Algo se te tenía que dar bien -dice suavemente y siento un calor extraño bajar por mi cuerpo. Gilinsky lo nota y trata de apartar a los demás de nosotros dos.
No hay dos personas que se conozcan mejor que nosotros dos.
-¿Cómo se llaman tus amigos? Creo que no se han dado cuenta, pero no se han presentado.
-El de los ojos azules, el más alto, es Nash. El bajo es Hayes, ambos son hermanos. El que está vistiendo la camiseta negra es Jack Gilisnky, y el de los hoyuelos es Nate, pero puedes llamarlo Skate.
Ella asiente mirándolos y gira su cabeza hacia mi. Es bastante baja, pero no resulta incómodo.
-Son agradables.
Asiento y sonrío llegando los extremos de mis labios hacia mi boca.
-Son los mejores.
Sé que Gilinsky nos está mirando otra vez, pero me da igual, hay algo que está pasando y que no logro comprender.

'Mi primer error.'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora