Pasó una hora y media y el avión aterrizó en el Berlin Tegel Airprt. Cuando el avión estuvo en plena quietud, todos nos levantamos para coger nuestras maletas de mano, y poco después las puertas se abrieron y las personas empezamos a bajar.
-Gracias –le dije a la azafata antes de bajar del avión.
Entré al aeropuerto y me dirigí a la banda giratoria, donde en algún momento las maletas empezarían a salir. Mientras esperaba que saliera la mía, saque mi iPhone del bolsillo y mire la pantalla: "Sólo llamada de emergencia" –decía.
Genial, no tenía señal para llamar a mi mamá. Las maletas empezaron a salir y todos se amontonaron alrededor de la banda y algunos cogieron sus maletas y se fueron. Guardé el celular en el bolsillo y me hice al lado de la banda en espera de mi maleta.
La vi salir y estuve en su espera. Estaba ya casi llegando al lugar donde yo estaba y de pronto alguien la cogió. Mierda, no podía ser cierto. Pedí permiso para pasar y seguí al chico que la tenía.-Hey –grité, pero no hubo respuesta, estaba escuchando música.
Corrí más rápido y poco después lo alcancé.
-Oye –dije apenas con aliento y toqué su hombro. El chico se volteó y se quitó uno de los audífonos.
-Dime.
-Es que tienes mi maleta –la señalé.
-¿Qué? –la miró. Luego miró el nombre en la etiqueta y me miró-. Oh, como lo siento –dijo sonriente y me la dio-. La mía es igual y yo simplemente la cogí.
-Gracias –sonreí-. Deberías ponerle algo a la tuya que la distinga para que no vuelva a pasar esto.
-Si. Dios tengo que volver por la mía –rio.
-Sí, suerte.
-Gracias Emma Williams.
-Sí, adiós.El chico salió corriendo de nuevo a la banda giratoria y yo salí por la puerta. Caí en cuenta, después de varios segundos, que me había llamado por mi nombre y me sorprendí. Luego mis neuronas actuaron y me hicieron darme cuenta de que había leído la etiqueta donde estaba mi nombre. Estaba demasiado idiota ese día.
Al salir de allí, cogí un taxi y le dije al taxista la dirección. En esos momentos estaba agradecida con mi tía por haberme dejado quedarme en su casa por unos meses mientras consiguiera, yo misma, un lugar para vivir.-Gracias -le pagué y me bajé. Me ayudó a bajar mi maleta y luego se fue.
Toqué el timbre de aquella enorme casa y al poco rato mi tía abrió.
-Hola –sonreí.
-Hola Emma –sonrió y me abrazó-. Hace mucho tiempo que no te veía, estas muy grande.
-Sí, hace rato que no nos veíamos –sonreí.
-Pasa –se corrió.
-Gracias –entré.Ella cerró la puerta y poco después me dijo dónde iba a dormir. La habitación era grande, más grande que la mía. Tenía un baño el doble de grande que el que yo tenía en mi habitación en Cambridge, al armario le cabía el doble de la ropa que le cabía al mío y la cama era gloriosamente grande. Suspiré, era la habitación soñada de toda chica.
Dejé la maleta, que llevaba en los hombros, encima de la cama y luego me acosté en ella.-Emma –entró mi tía después de tocar la puerta-, ¿quieres algo de comer?
-Si, por favor –sonreí.
-Vale, ven a la cocina –sonrió.
-Vale, ya voy.Me levanté de la cama y fui a la cocina. Quedé impresionada con lo que estaba viendo. La cocina era grandísima y había comida por todos lados.
-Siéntate –me dijo y señaló la mesa que estaba ahí.
-Gracias.Me senté y me sirvieron la comida. Estaba delicioso.
-¿Y qué me cuentas de tu vida Emma?
-No mucho. Me gradué hace dos meses y ahora estoy aquí –reí.
-Oh. ¿Y has tenido algún amor por ahí?
-He tenido dos novios, pero pues ya nada –sonreí.
-Ah.
-¿Y tú? Mi mamá me dijo que te volviste a casar el año pasado.
-Sí, me casé en octubre del año pasado.
-Oh, qué bien.
-Sí, fue una boda muy sencilla.
-Pero imagino que estuviste feliz ¿no?
-Mucho, si –sonrió.
-Qué bueno.
-¿Has hablado con tu primo últimamente?
-¿Con Nate?
-Si.
-Sí, lo vi hace unos meses, fue a Cambridge de visita –sonreí.
-Oh que bien. Él a mi apenas me llama. Está un poco enfadado aún porque no lo invité a mi boda. Aunque igualmente estaba enfadado conmigo por haberme casado con Simon...
-¿Por qué?
-Porque no le agradó desde el momento en el que se lo presenté y tampoco la hija de él.
-Oh, qué mal. Jamás me había dicho eso.
-No creo que sea algo importante para él, pero también debe entenderme, no puedo vivir sola. Primero la muerte de su padre y luego él se va a Rusia ¿Cómo cree que me siento?
-Oh... Pero Margo ¿no se quedó contigo?
-Sí, pero digamos que tampoco le agrada Simon ni su hija, bueno, su hermana.
-¿Y entonces donde vive ella?
-Vive aquí conmigo, pero apenas me habla. Mejor dicho, apenas se siente en la casa, se la pasa casi todo el tiempo en su habitación y apenas baja para comer o para salir al colegio.
-Oh que mal.Margo era mi otra prima, la hermana de Nate, tenía dieciséis años y de vez en cuando nos hablábamos. No sabía de ella desde que cumplió los diez años, fue la última fiesta de cumpleaños que hizo con la familia antes de que se trasladaran a Alemania por cuestiones de trabajo de su padre difunto.
Rick, el padre de Nate y Margo, era un hombre que se la pasaba trabajando día y noche. Un día iba conduciendo por una carretera a más de 100 kilómetros por hora y los frenos le fallaron; chocó con un camión y hasta ahí fue la vida de ese hombre.
Tiempo después Nate volvió a Cambridge y vivió solo desde los dieciséis hasta que se graduó y se fue a Rusia. Ahora Nora, mi tía, se había casado con un millonario y vivía una fabulosa vida en Berlín, con el odio de sus hijos, y una hija que ni siquiera era de ella.
Al poco rato sonó la puerta y dijeron:-Hola, ya llegué.
-Hola hija, estoy aquí en la cocina.
-Tengo cosas que hacer, estaré en mi habitación.
-Ven, ya llegó tu prima.
-Ay, ya bajo.Se escuchó la puerta en el segundo piso y después de un rato alguien bajó.
-Hola Emma –dijeron detrás de mí.
-Hola Margo –dije después de voltearme, sonreí, me levanté y la abracé-, estás muy cambiada. No te veía desde hace seis años, más o menos.
-Sí, tu igual. Me acordé de ti por una foto que vi el otro día en un álbum de fotos que encontré.
-Oh –reí.Ella iba a decir algo, pero fue interrumpida por la puerta que se abría a sus espaldas.
-Hola Nora, ya llegué.
-Ay genial. Gracias mamá, me hiciste bajar para verla la cara a ella –dijo Margo molesta. Estaba claro que no le caía bien su nueva hermana.
-Hola –dijo la chica, cuya voz se me hizo familiar, detrás de Margo. Margo se hizo a un lado y pude ver quien era.
-Ashley –susurré.
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