15: El mundo exterior.

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Sehun estaba sentado frente al portátil, haciendo un gran esfuerzo por concentrarse en escribir dentro de su informe de Filosofía, lo que cada vez se volvía más complicado porque no era capaz de dejar de revisar su celular cada cinco minutos, en busca de algún mensaje nuevo.

Al releer el último párrafo de lo que llevaba escrito y darse cuenta de que nada allí tenía sentido, cerró el portátil de un manotazo y se dejó caer contra el respaldo, soltando un bufido. No estaba de humor para el informe, ni para ninguna otra cosa. Quería saber cómo habían ido las cosas en casa de Luhan.

Quizá fuera egoísta de su parte, pero odiaba cuando el padre de su mejor amigo visitaba. Luhan siempre lucía cansado y absorto luego de sus visitas, y Sehun odiaba cuando él actuaba así porque no había mucho que pudiera hacer para mejorar su ánimo. Solo darle espacio, aunque quisiera preguntar un montón de cosas. Odiaba callarse las dudas, mas siempre terminaba haciéndolo cuando se trataba de ese hombre.

Su celular vibró sobre el escritorio, y tardó menos de cinco vergonzosos segundos en contestar.

―¿Sí?

―Ey ―saludó Luhan del otro lado de la línea―, ¿qué estás haciendo ahora?

―El informe.

―Huh, cierto, el informe...

―¿No lo has empezado?

―¿Tú qué crees?

Sehun se rió.―¿Tu padre ya se fue?

―Sí, hace como media hora... ¿Vas a venir?

―Sí, voy a ir.

―Genial. Tengo algo importante que mostrarte.

―¿Qué es?

―Ya verás. Ven~.

Luhan colgó y Sehun miró el celular con sorpresa. Sonaba bastante animado. Cargó su uniforme y sus libros dentro de la mochila y bajó, despidiéndose de su madre por encima del hombro al cruzar la sala y alcanzar la puerta.

Por supuesto, la casa del mayor no tenía echada la llave. Fue vagamente consciente del desastre en la sala mientras trotaba escaleras arriba, ansioso por saber qué era lo que Luhan quería mostrarle, si era eso lo que lo había conseguido de tan buen humor.

Una vez en el segundo piso, pudo oír el sonido de la ducha y se dirigió directamente a la habitación, gritando al pasar junto a la puerta del baño:

―¡Llegué!

Escuchó un grito ahogado y sofocó una risa al escucharlo responder.―¡Me asustaste!

Al entrar a su recámara, lanzó la mochila a un lado y caminó hasta la cama para sentarse en ella a esperar por él. Se sentía animado de pronto, sin rastros de su anterior malhumor, sabiendo que no tendría que lidiar con un alicaído Luhan los próximos días. 

Pasó las manos por el edredón de plumas y el recuerdo repentino de esa misma tarde lo golpeó como un latigazo, y sintió un calor infernal subirle al rostro. Le había dicho que quería acostarse con él. Ellos iban a hacerlo ahí por segunda vez, en ese cuarto.

No habían vuelto a hacer más que besarse luego de haber dormido juntos en Busan. Tampoco habían hablado de ello. Lo que no significaba que Sehun no lo pensara, porque lo pensaba constantemente. Soñaba con ello, y si cerraba los ojos y rememoraba aquel día, el recuerdo era tan claro que se sentía como revivirlo otra vez. Era desquiciante. Y caliente. Ardiente quizá fuera una palabra más indicada. O abrasador. Sacudió la cabeza, alejando los pensamientos obscenos. Primero tenían que hablar, había cosas que quería preguntarle. 

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora