Prince Charming

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El frío se colaba por mi ropa hasta dejarme congelada – debí haber venido más abrigada – pensé, mientras me cruzaba de brazos tratando de capturar el poco calor que conservaba aun. 

- o tal vez simplemente no debí haber venido...

- querías venir, estabas más que ansiosa – habló una vocesilla en mi cabeza, mi subconsciente y traté de ignorarla. 

Pero era verdad, creo incluso, que el frío que siento se debe también un poco a los nervios que tengo. 

Miré mi celular y revisé la bandeja de entrada de los mensajes de texto para comprobar que no me había equivocado de lugar u hora.

"Rayito, en nuestro lugar de la playa a las 19.30"

Miré la hora: "19.45"

- estás más que retrasado, Jonas – murmuré y me senté en la arena, mirando las olas – o pudiste elegir otro lugar, aquí se me está congelando hasta el cerebro. 

*****

- Me gusta tu nombre – me giré a mirarlo mientras terminábamos un trabajo de historia. 

- ¿ah? 

En ese entonces, eramos compañeros desde hace un año, cuando llegué al instituto... pero jamás habíamos hablado más que un saludo formal, hasta que nos designaron realizar juntos aquel trabajo. 

- Solange – habló lentamente, analizando el nombre - ¿Cómo te dicen tus amigos?

- Sole. 

- me gusta más Sol ¿te puedo llamar así?

- si quieres – reí. 

- y tu sonrisa es también muy bonita... como que ilumina – me sonrió – eres como un rayo de Sol. 

No pude evitar sonreír.

- que poeta

- lo sé – rió – lo llevo en la sangre, rayito. 

Nos miramos un segundo y luego estallamos ambos en risas.

********

Salí de los recuerdos y volví a mirar la hora: "19.56"

- muy bien, Jonas... cuatro minutos más es mi limite de espera – volví a hablar para mi sola.

- entonces es una suerte que haya llegado. 

Sentí su voz y fue como si alguien metiera su mano en mi estomago y lo retorciera sin piedad. 

- ya me iba a ir – alcé la vista para mirarlo.  Gorro y bufanda de lana y una chaqueta que se veía bastante calentita... claro, él venía preparado para el frío... yo fui la tonta que pensó que no importaba el frío, mientras pudiera lucir mi ropa más linda para él. 

- discúlpame, rayito – se sentó a mi lado -  tuve que pasar a buscar algo y se demoraron en atenderme, pero ya estoy aquí – sonrió y sus ojos de chinito casi desaparecieron. 

- no te preocupes, pero pudiste haberme avisado. 

- lo bueno se hace esperar ¿no? – rió – te vez linda. 

- gracias – al menos el pasar frío, surtió efecto.

- ¿no estás congelada con eso tan delgado?

Me descubrió.

- un... poco, casi nada. 

- si quieres vamos a otro lado. 

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