La historia jamás contada de El Lobo y Caperucita Roja
Me desperté debajo de un árbol del bosque; pero, ¿de qué bosque? Ese no era el mío, el mío era mucho más bonito. Este bosque era oscuro y tenebroso, pero el mío en cambio era mucho más colorido y vivaracho.
Me levanté con problemas y me puse a recordar. Nada. No recordaba nada.
Sin más dilación, me puse a andar.
Anduve varios minutos, pero parecía que el bosque estaba desierto. No se veía ni un alma, y, cualquier intento de vida vegetal sobre el suelo, aparte de los árboles grisáceos, estaba muerto o decaído.
Parecía que hubiera alguien siguiéndome, por extraño que pareciera en ese bosque.
Al fin vislumbré un rayo de luz delante mía.
Corrí emocionado hacia él, pero en seguida me detuve.
Delante de mí había una casa muy vieja, aunque parecía que en su momento hubiera sido una casa preciosa, de un color blanco brillante.
Claramente la luz venía de esa casa.
En busca de ayuda, llamé a la puerta, pero sin respuesta. Empujé un poco y se abrió.
La casa por dentro estaba casi totalmente destrozada. Mesas en el suelo, cortinas rasgadas y escaleras con falta de escalones.
Me di una vuelta por la planta baja, encontrando una lata de comida que abrí y me comí al instante.
Subí las escaleras. Un ruido proveniente de la habitación del final del pasillo se escuchaba suavemente. Me acerqué y abrí la puerta.
Una anciana tumbada en la cama tapada hasta las orejas.
En cuanto la ví, me gritó:
-Por favor,¡no me hagas daño!
-No, no; no te voy a hacer daño.
-Ahh. Pensaba que eras otra persona.
Me acerqué un poco más a ella y vi que estaba magullada, con una piel muy pálida, y con unos ojos apagados.
-Señora, ¿qué la ha pasado?
-Mi nieta. Yo intenté corregirla, pero lo hizo sin más, sin ningún remordimiento...-Comenzó a llorar.
-Señora, señora. Dígame qué ha pasado.
Se recompuso y siguió hablando.
-Mi nieta era una niña muy buena, pero un día algo la cambió. Empezó a portarse muy mal, sin hacer caso a sus padres, hasta que un día, de un presunto accidente, sus padres murieron. Los servicios sociales la mandaron conmigo, hasta esta casa. Ya ves como está ahora. Yo creo que está poseída...
Me quedé asombrado.
-Poseída...
-Por favor, ayúdame.
-Iré a buscar ayuda.
Me fui de la casa en línea recta.
Corrí y corrí, pero no encontré salida.
Me senté, y, del cansancio, me dormí casi al instante.
Me desperté con una voz de fondo. Era la voz de una niña que hablaba nada más ni nada menos que con su mascota. Su mascota era un cerdo vietnamita. La niña vestía un trajecito de flores y, en la cabeza, una caperuza roja. Llevaba una bolsa.
La niña no se había percatado de mi presencia. Entonces me levanté y la saludé.
-Hola niñita.
-¿Quién eres?- dijo asustada.
-Tranquila, solo soy un lobo que no sabe dónde está.
-Ahh, menos mal.
-¿Qué haces por aquí?
-Yo vuelvo a mi casa. He salido a coger setas del bosque.
-Pero si aquí no hay setas...
La niña titubeó.
-Mmm... Ya... pero es que he salido del bosque a cogerlas.
-¿Sabes cómo salir?
-Sí. Hay que seguir en línea recta.
-Muchas gracias. Seguiré. Por cierto, ¿dónde está tu casa?
-Está hacia allí; es una casa blanca y vieja en el medio del bosque.
-Un momento... ¡Tú eres la nieta de la anciana de la casa!
Antes de darme siquiera cuenta, la cesta de la niña me golpeó en la cabeza, impulsada por su brazo. Me desmayé.
Abrí los ojos y me encontré en una habitación oscura, atado por manos y pies en una cama.
A mi lado, en una silla, había un monstruo horrendo, con dos piernas y dos brazos, pero con cara de cerdo. ¡Era la mascota de la niña! Parecía como si se hubiese transformado por algún tipo de brujería.
Se percató de que estaba despierto, y se fue a avisar a la niña. Al irse, dejó la puerta abierta de par en par. Desde mi habitación, podía ver claramente la habitación de la anciana al final del pasillo. Estaba en su casa.
La niña estaba atando a su abuela cuando le interrumpió el cerdo.
-Disculpa, el lobo está despierto.
-Ahora voy.
La niña se acercó a mí, y me miró desafiante.
-Volveré en un rato. Cerdo, vigila a nuestros "invitados".
No dijo más. Cerró la puerta de la habitación y posteriormente la de la entrada, después de salir.
El cerdo se sentó en medio del pasillo a esperar.
Entonces intenté escaparme. Mordí las cuerdas con mi larga boca, y cuando estaba a punto de romperlas, el cerdo entró en la habitación.
Disimulé. Se sentó en la silla, pero casi al momento se puso a dormir. Era mi oportunidad. Rompí totalmente las cuerdas, y salí de la habitación silenciosamente.
Entré en la habitación de la anciana, y la liberé de sus cuerdas.
En ese momento, me di la vuelta, y me encontré con las fauces de la bestia. Me empujó al suelo y se abalanzó sobre mí.
Se oyó un golpe. El cerdo cayó de bruces contra el suelo. La anciana estaba detrás de él, con una lámpara de mesa en la mano, con la que había golpeado a éste.
Me quedé asombrado.
-Vámonos, me dijo la anciana.
Bajamos las escaleras, pero cuando estábamos a punto de salir por la puerta, vimos por la ventana a caperucita volviendo.
Nos alejamos de la puerta, e intentamos huir, pero ya se había abierto la puerta.
Caperucita estaba mirándonos con cara de furia.
Me di cuenta de que no podríamos escapar con la lentitud de la anciana. Así que introduje a la abuela en mi boca, y salí corriendo.
Salté por la ventana, y caperucita me siguió.
En ese momento, un cazador pasó al lado de la casa. La niña gritó.
-¡Detenle!- Las palabras salieron de su boca con una voz dulce pero a la vez asustada.
¡Pum! Se escuchó un ruido ensordecedor.
Me detuve lentamente. Miré mi tripa. Sangre. Mucha sangre. Caí desplomado.
Eso es lo último que recuerdo de aquel maldito bosque. Posteriormente me enteré de que la anciana murió tras permanecer demasiado tiempo en mi boca.
Escribo ésta, mi historia, para dar conciencia sobre la vil niña frente al juez, que seguramente declare mi sacrificio. Aunque en mi estado, en esta perrera vieja y con un dolor insoportable de tripa, no me importa mucho su decisión.
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La Historia Jamás Contada Del Lobo Y Caperucita Roja
Short StoryEl cuento corto original cambia de roles para ofrecer otra visión más dramática de la historia.