Capítulo 28

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Esperaba impaciente a que el ascensor subiera a su planta, llevaba semanas sin verle ya que los exámenes ocupaban la mayoría del tiempo. Mordía mi labio inferior mientras intentaba relajar mi corazón de alguna manera. Miraba al techo del ascensor y el ascender se me hacía eterno. 

Al fin el ascensor paró y las puertas se abrieron, dando lugar aquel rellano blanco y moderno. Suspiré y me eché un último vistazo en el espejo del ascensor para seguidamente salir de él y dirigirme a la puerta de Rubius. 

Se me hacía aún muy raro verme aquí, suspiré mientras me quedaba pensando lo que decir antes de tocar el timbre. Mis dedos acariciaban el pomo de su puerta blanca y mis dientes volvían a atrapar mi labio inferior mientras mi ceño se fruncía por las dudas. En un momento de esperanzas y confianza en mi misma, sin pensarlo dí dos toques a la puerta y rápidamente entrelacé mis dos manos mientras esperaba tímida.

Unos pasos provenientes de esa misma casa hacían que mi corazón se acelerase cada vez más y mis intentos de tranquilizarme fracasasen. Suspiré una vez más y cerré los ojos mientras oía la cerradura abrirse.

Volví a abrir los ojos y observé cómo la puerta se abría sólo un poco, y por la cual asomaba la mirada verdosa de un chico sonriente con el pelo alborotado ''No quiero un aspirador nuevo, gracias.'' intentaba decir serio. Sonreí tímida mientras seguía sin mover ni un dedo, aunque si por mi fuera en este preciso momento hubiera entrado a abrazarle lo antes posible. Después de unos segundos, Rubius abrió la puerta y abrió sus brazos mientras sonreía ''¿No me vas a abrasar muyaya?'' preguntaba divertido con su acento cubano. En un impulso, di un paso hacia delante y agarré con mis manos su camiseta verde para luego acercarme a él y dejar que sus brazos me envolviesen. Aún me pregunto cómo este hombre no juega al baloncesto con lo alto que es, sus labios me llegaban a la altura más o menos de los ojos. 

Cerré os ojos y me dejé llevar por ese reconfortante abrazo, cuando de repente sentí cómo unos labios cálidos y suaves se posaban en mi frente, haciendo que mis mejillas empezaran a calentarse y mi respiración fuera más agitada. Quería besarle, pero como bien dije antes, mi cuerpo me lo impedía.

Después de ese saludo, Rubius me invitó a pasar y cerró la puerta. Entraba a su casa como si no hubiera estado nunca, y la verdad es que cualquiera que entrase fliparía con todas las cosas tan guays y divertidas que tiene ''Siéntate si quieres.'' dijo él por detrás mía. Le miré, era la primera vez que dirigía mi mirada hacia él después de muchos días, lo cual me puso muy nerviosa. 

No pude evitar quedarme como una completa idiota admirando su sonrisa, otra vez, mirando con deseo sus verdosos ojos. Supuse que estaba tímido y preguntó -¿Por qué me miras así?- con cierto nerviosismo, a lo cual respondí  -Te he echado de menos...- Era lo más que podía pronunciar.

No sabía lo que pasaba exactamente, me siento diferente, quería estar con él de una forma completamente distinta, quería quitarme la vergüenza que siento en este momento, quería demostrarle con actos lo que sentía y no parecer una mema de esta manera.

Se acercó a mi y me cogió de los mofletes para luego acariciarme la cara y sonreír de medio lado dulcemente, formando ese hoyuelo en su mejilla izquierda. Era consciente de que poco a poco se iba acercando más a mi cuerpo, y también a mi boca, parecía una tonta paralizada. Quise reaccionar y acabar el acto, pero fallé y al acercarme a él, sus labios fueron a parar a mi mejilla derecha, por gilipollas y por nerviosa.

Ambos estábamos confundidos, ni él sabía por qué había hecho eso ni yo sabía tampoco el por qué. Era incomodo, en pocas palabras. Hizo como que no pasó nada y me dijo que estaba adorable cuando me ponía nerviosa. Sonreí y le observé alejándose hacia la cocina. 

La elección perfecta. (ElRubius y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora