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Querida Sheere:
Te escribo esta carta desde nuestra playa, aún me parece ver tu silueta dibujandose contra el sol del atardecer mientras el mar acariciaba con sus olas tus piernas y el viento jugaba con tu pelo. En esos tiempos me parecías una diosa, un ser innalcanzable a pesar de que mis dedos eran capaz de rozarte tu suave y blanca piel, me convertía en un chiquillo tembloroso y asustado que deseaba con una ansia casi desesperante el roce de tus labios sobre mis mejillas. En aquel entonces tu me mirabas y parecías absorverlo todo con esa mirada que me hipnotizaba hasta hacerme caer en la misma locura, ahora años después parecen haber pasado siglos desde ese último día, no he dejado de preguntarme que fue de ti y de si alguna de estas cartas te han llegado. Por alguna razón sé que estás ahí bailando cuando encienden la radio, cantando cuando el viento sopla y meciendote en las olas del mismo oceano, sigo pensando en ti como en esa diosa que apenas era una mujer de risueña mirada y pensamientos locos, le hablo o más bien le suplico al destino que me deje contemplarte tan solo una vez más por las calles de piedra pero este me es esquivo, aún así tengo una fe ciega en que tu piel no habrá sentido el paso de los años y que tu mirada seguirá siendo la misma de aquellos días. Te imagino sentada en un viejo sillón con un libro entre las manos ajena a todo aquello que pasa a tu alrededor como si el tiempo no fuese más que un esclavo a tu caprichoso deseo.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2016 ⏰

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