-¡Pero te has vuelto loca o que te pasa tía!
-Señorito Ortiga a mi ni me levanta la voz ni me llame TÍA, siéntese.- Félix obedeció a Patinson a regañadientes.- El examen es para mañana, entrará la traducción de tres de los trece textos que hemos trabajo en clase con el nuevo vocabulario. Analizaréis cinco frases y también las deberéis de traducir y saber conjugar los verbos que hemos estado trabajando durante el curso.
-¡Pero si son sesenta verbos los que hemos trabajado!- Espetó Félix indignado desde su sitio.
-Señorito Ortiga, un comentario más y se irá fuera de clase.
-Pero a ver Patinson, vamos a plantear la situación: ¿No te das cuenta que es imposible que estudiemos TODO eso de un día para el otro? Danos un par de días aunque sea.
-Chicos, estáis en primero de bachillerato y mucho de vosotros pensáis que esto es quinto de la ESO. No estáis aquí por obligación.
-Patinson eso lo entendemos.- Dijo Diana con un tono más afable que el de Félix.- Pero entiende que no solo esta tú asignatura. Para mañana tenemos que estudiar Filosofía y tenemos que analizar un poema de literatura ¿no nos lo podrías poner para el lunes?
-¿Y dejaros todo un fin de semana para estudiar y después tener que corregir yo todos los exámenes en un día? No, no. Ni loca. El examen lo tenéis mañana Viernes, esto es todo chicos. No negocio.
-¡PERO QUE TE CUESTA TÍA! ¿Qué no te das cuenta que no te lo va aprobar nadie el puto examen?- Félix se había vuelto a levantar de la silla, haciendo que cayera al suelo de lo fuerte que la había empujado.
-¡Félix siéntate o expulsión! Y a ti eso no te conviene.- Esas palabras ciertas (porqué Félix era becado y una expulsión bajaría su media en picado) fueron una gran humillación para él.
-Pues por eso mismo. No me da la gana que por tu culpa me lo este currando todos los días y vengas tú y porqué no te de la gana de corregir los exámenes la semana que viene (que por cierto las notas no son hasta el miércoles así que tienes tres días de sobras para corregir y poner las notas) ¡Me baje toda la media!
-Señorito Ortiga, puedo ser muy paciente con usted. Pero se lo repito: Siéntese o le pondré una expulsión.- Patinson se mostraba serena, tranquila.
-Félix.- Daniela se levantó de su lado y recogió la silla tirada en el suelo del chico.- No le des el gusto de humillarte delante de toda la clase.- Le susurró la chica.
Esas palabras parecieron causar efecto y el chico terminó de colocarse la silla detrás suyo para después sentarse apoyado en la pared y con cara de pocos amigos. Daniela, la cuál había abandonado el grupito de tres mesas que había en primera fila con la que se sentaba antes con sus amigas, era observaba por todo el mundo al ocupar el sitio del lado de Félix.
-Bien, prosigamos con la clase.
-¿Podrías hacer al menos un repaso de lo que sale mañana?- Dijo con malas formas Félix mientras se llevaba su bolo azul a la boca para relajar los nervios.
Cuando Patinson estaba a punto de contestarle el timbre sonó, dando la clase por terminada. Los alumnos comenzaron a vaciar la clase y el primero que lo hizo fue el muchacho de rizos voluminosos seguido por Daniela con los ojos en blanco.
-¡Espera Félix!- Daniela lo cogió de la muñeca y eso hizo que Félix se detuviese y se voltease hacía ella con la cara recargada de impotencia.- ¿Se puede saber que te ha pasado ahí dentro?
-¿Que qué me ha pasado? ¿Enserio me lo estás preguntando?- El chico rodó sus ojos exasperadamente.
-Pues sí. No es la primera vez que tenemos a Patinson en Latín y que nos pone un examen de un día para el otro.