Capítulo 5.5 Ensoñación excesiva

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Mi corazón palpitaba más inclusive que cuando estábamos huyendo de la lluvia, como si detrás de esas hojas, detrás de la luz difusa que desvelaba una tez rosada moverse continua e impulsivamente hacía mí pudiese retroceder en el tiempo a una burbuja de paz en medio de la tormenta y yo sabía precisamente porque. La que parecía una ráfaga de esperanza aproximándose se convirtió rápidamente en un intenso estímulo de peligro, pues la persona que esperaba que fuese cada vez era más ajena, y verla acompañada de sombras tan pálidas como la suya me asustaba incluso más mientras Matías y Ledey simplemente miraban desde la distancia tan expectantes como asustados, pero si de algo no quedaba duda era de su figura y rostro femenino.

Mi respiración se había entorpecido tanto que por un momento sentí que me quedaba sin aire, y un momento antes de sentir que me desmallaba, Ledey toco mi espalda con su brazo soportando el estrés que suponía esta gran perdida de esperanza, atisbando de la misma forma curiosa pero prudente el hallazgo, y al retirar de enfrente la primera rama antepuesta entre ambos descubrimos que era una chica de nuestra edad, de tez blanca pelo negro, alta y de ojos marrones.

Me quede sin aliento no solo por descubrir que no era quien esperaba, sino por su belleza, su piel brillaba con la luz del sol como el mar en calma y sus ojos se veían profundos como una buena taza de café, parecía que de alguna forma y con solo una mirada reveladora hubiese cautivado todos mis sentidos dejándome sin aliento, pero no venía sola y de inmediato me dí cuenta de que la sombre que venía detrás era una niño de unos diez o once años.

En el momento en el que yo recuperaba el aliento Matías lo perdía al observar por fin a la chica de perfil, y no sabía exactamente si estaba impresionado como yo por su natural simpatía o porque la conocía aunque solo fuese de haber compartido un desayuno en el aeropuerto. Todo parecía converger en un simple encuentro pero Ledey seguía de alguna forma muy alterada, y aquella inexplicable sorpresa había causado en ella un impacto importante, sintiendo yo esta vez el latir de su corazón a través de su mano que rozaba con miedo mi espalda.

Tras detenerse a observarnos por unos segundos la chica y el niño se dieron la vuelta esperando la llegada de otra sombre pálida a sus espaldas, pero la forma en que se miraban demostraba una complejidad muy diferente a la de unos simples conocidos y por las diferencias de edad pude entender que tal vez fuesen una familia que había viajo con nosotros.

-Necesitamos irnos de aquí de inmediato- Enunció deslizando sus labios agrietados por la sequedad de sus voz herida- Alguien nos persigue y parece que no se esta tomando la situación con calma- Seguía comentando a pesar de que de inmediato siguiese corriendo en dirección contraría a donde íbamos, hasta que la detuve.

-Espera, no puedes seguir subiendo, ¡debemos bajar hacia la playa!- Comente rápidamente tomándola por la mano mientras clavaba su mirada mitad asesina mitad desconfiada- Tenemos todo el día bajando la montaña y si vuelve a llover como ayer el agua nos arrastrara hacía la muerte por la ladera de la isla- De inmediato recupere el aliento, retire la mano de Ledey de mi cuerpo y emprendí el primer paso para guiarnos a todos hacía la salida más luminosa de todas, el contacto directo e indiscreto con el sol.

De inmediato todos tomaron mis pies como referencia y comenzamos a deslizarnos por la resbaladiza bajada llena de raíces de árboles y de musgo. Matías parecía no salir de su asombro, pero la situación de no saber que lo hacía correr parecía haberlo echo reaccionar, además de a el padre de la chica que parecía estar bastante preocupado por lo que su rostro enunciaba, contrastando con la cara de aventura divertida de primaria que y tenía el más pequeño, parecía que el todavía no sabía lo que sucedía al igual que nosotros, los tres mosqueteros de la isla más extraña en la faz de la tierra.

Mis zapatos se sentían libres de bajar cuantas paredes de exagerada naturaleza quisiera soportar, y la compañía a mis espaldas hacía sentirme como el líder de un gran grupo de locos cazando un sueño invisible por cualquiera de nosotros. Envueltos por la huida después de unos segundos no pude evitar dejar pasar la oportunidad de preguntar con exactitud de que huíamos, y suponer que nos lo contarían era lo más lógico.

-No entiendo de que estamos escapando si no hemos visto ni oído nada- Todos comenzaban a sintonizar mi voz de nuevo- ¿Para que tanta prisa?

Nuestros seguidores parecían oír mi pregunta pero hacer caso omiso a lo que preguntaba pero el suponer que no lo harían me molestaba y en vez de repetir mi pregunta me detuve en seco, esperando una respuesta precisa.

-No daré un paso más hasta que me digan que sucedió- Ella parecía no estar dispuesta a dar su brazo a torcer empujándome sin importarle lo que me pasara, se veía muy objetiva dispuesta a salvarse y con esa actitud rebelde conquisto nuestra curiosidad y consiguió que siguiéramos esta sus pasos aún más rápido, había algo en ella que sin pensarlo un segundo se sentía en el aire, y la emoción de correr por correr me emocionaba más, y para apresurarnos más comenzamos a saltar de una rampa en otra directamente, alterando nuestro movimientos entre algunos que saltábamos de nivel en nivel y otros que seguían el sendero de ida y vuelta como en una escalera mecánica.

El señor de más edad del grupo, que parecía el padre de la chica dirigió su mirada hacía atrás dándome a entender que no podían contestarme en este momento, tal vez no por la prisa sino por no asustar al más pequeño. Parecía que brincábamos exactamente como animales salvajes por la selva huyendo del cazador humano, y lo que se me pasaba por la cabeza ahora mismo con esa idea era que no fuese un humanimal para matarnos los rápido que este extraño sitio le permitiese.


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PREGUNTA: ¿Creen que sean Humaniamles quienes los persiguen?

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