Reinos de Cristal

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- ¡Malya! ¡Déjalo en paz! ¡Él no es el verdadero causante de esta guerra! -exclamó Annandra, saliendo de la nube blanca, y corriendo hacia donde estaba ella. Malya, aturdida y sin palabras, aflojó su agarre en la espada y retrocedió; mientras que Darian fue hacia un rincón a resguardarse.

- ¿Annandra? ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? ¿Qué no te bastó con encantar el bosque de Brent y arrebatarlo de mi reino? -titubeó Darian, aovillado entre las paredes.

Allan frunció el ceño, y bastante contrariado, inquirió:

- ¿La conoce? -Alzó una ceja.

Darian se dispuso a contestar, pero Annandra le lanzó una mirada de desdén, y él se retrajo.

-Fuimos esposos, pero por mera obligación; porque no yo podía estar con Kelian y él no podía estar con Alessia; esos dos siempre se gustaron, pero eso está por cambiar -escupió, con odio, y esbozando una sonrisa malévola-. Alessia... siempre me quitaste todo... A Kelian, Darian, Kyram, el afecto de mis padres -gruñó, y su voz se fue apagando hasta ser inaudible; mientras cerraba su mano derecha en un puño-. Es hora de que mi hermanita devuelva lo que me corresponde -dijo, y señaló con su dedo índice la esquina del salón. Acto seguido, aparecieron Alessia, Kelian, Theo y Alyr; atados con hilos gruesos de plata. Pugnaban por liberarse, y se escuchaban gemidos desesperados a través de las mordazas que apresaban sus bocas.

- ¿¡Qué!? -exclamó Allan, descolocado, manteniendo cierta distancia entre él y la hechicera. Sus subordinados adoptaron una posición de guardia tras él, listos para defender al Capitán ante cualquier amenaza. Malya sólo tanteaba lo que ocurría, pero seguía alerta.

- ¿Crees que te iba a ayudar como si nada a ganar la guerra, Capitán? ¡Iluso! ¡Tú y Malya se creyeron todas mis mentiras, se las contaste a tu ejército y se las creyeron también! Una vez Kyram resulte vencedor, Orus apenas serán unos campos fértiles que cultivar y pueblos pequeños. Convertiré el castillo de Kyram en cristal, y gobernaré sobre ambos reinos; y si puedo, mandaré legiones a conquistar a los demás reinos vecinos. ¡Y nadie se atreverá a detenerme! ¡Ni los reyes, ni los príncipes, ni ningún militar! -Su voz se tornaba más oscura con cada palabra que pronunciaba; y mientras eso sucedía, los asustados hombres corrieron a ocultarse cuando sus ojos adquirieron un sobrenatural brillo azul claro.

Se quedaron paralizados en sus escondites, sin saber qué hacer o decir. Intentaron huir, pero nada más dar unos pasos, ella les arrojó un rayo blanco, que al tocarlos tomó forma de caja de cristal, a modo de cárcel.

Malya logró escapar antes de que el rayo le cayera encima, y azorada, se adentró en la primera puerta que vio. La misma tenía un pozo poco profundo en el centro, algo bastante raro para tratarse de un simple salón. Se arrodilló en la orilla, inclinándose tanto que daba la impresión que en cualquier momento caería dentro. Tan extrañada como maravillada, se quedó largo rato observándolo, apreciando su azulada belleza. Tenía pequeños destellos flotando cerca de su superficie, los cuales iluminaban toda la habitación.

Miró su reflejo, que parecía una visión mágica con el vaivén que formaba el agua al chocar con la corriente de aire. Acomodó tras su oreja unos mechones rebeldes de cabello que se habían salido de su trenza. Las pequeñas luces se adhirieron de a poco a su rostro, como pequeños pedazos extraídos del vasto océano. Ella sonrió con ilusión, y las luces dejaron su cara para ir ascendiendo hasta llegar al techo.

Volvió su mirada al pozo, y dentro del mismo se formó un remolino, que más tarde comenzó a burbujear. En su superficie empezó a surgir una espuma blanca, parecida a la de las olas. Despacio, se pudo distinguir una figura masculina emergente: un anciano barbudo con una túnica blanca. El hombre salió del pozo, que se fue secando poco a poco, emitiendo una luz de color índigo. Malya frunció el ceño, confundida.

The Crying Game (The Games #1) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora