11.- Las escaleras.

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El brazo ya no le dolía tanto, bueno, la venda había mejorado las cosas, como el sangrado que ahora sólo manchaba un poco en la tela blanca. El cuello estaba envuelto por una venda similar y si, también sangraba, eso si le dolía mucho aún, si lo movía era peor así que se mantenía firme y evitaba moverlo.

Se sentía extraño. No sólo por las heridas, también por como actuaba Edgar, lo miraba a momentos con una mirada completamente drenada de sentimientos y luego la retiraba, salía y entraba a la habitación todo el tiempo; jamás se quedaba más de dos minutos y siempre estaba en silenció, su caminar de cuervo era el único sonido que hacía.

Le quería preguntar si era un día distinto, si estaba molesto, si había cometido un error, si Kairi estaba bien... Muchas cosas, pero, como es obvio, no se atrevía a preguntar nada. Sólo se mantenía sentado en su siniestra habitación gris sin soltar ni un sólo suspiro.

Una de las veces que se abrió la puerta, se sorprendió cuando no apareció Edgar, sino Tobías, realmente agitado.

—¡Oliver! ¡Por Dios!— se abalanzó a el niño y lo abrazo fuertemente.

Oliver lo empujo con fuerza al sentir el horrible dolor de el cuello, mezclado con la ansiedad que le tenía a los abrazos. Gruño y lo miro con bastante reproche mientras el estudiante se reía.

—Lo siento, lo siento, me preocupe y olvide lo de los abrazos— dijo acomodándose las gafas, apenas se le entendía por las risas que no dejaba de soltar.

Cuando los dos se relajaron, Tobías se sentó en la esquina de la cama de Oliver.

—¿Puedo preguntarte algo?— le preguntó Oliver antes de que Tobías dijera algo.

—Por supuesto. Lo que quieras— respondio el mayor, con ojos atentos.

—¿Qué fue lo que paso?— supuso que esa pregunta era la que abarcaba las respuestas de todas las que tenía; aunque en voz alta sonaba muy estúpida para su gusto.

—Bueno, Oliver...— la expresión de Tobías se puso algo triste, miro hacía abajo, evitando la mirada de el niño—. Pues, ya sabes, ¿no? Querían hacer un... "Experimento". Con Kairi aquí hemos podido tener mejores "vistas" de como reaccionas ahora que tienes... Bueno, me refiero a que... Uff, no sé explicarlo. Lo dejaré en que queremos tener mejores monitoreos de las emociones y cómo esto repercute en tu cerebro, y, al parecer, la mejor idea que tuvieron fue sacarte allá afuera, y también a Kairi, para que tuvieran las emociones más a flor de piel.

Se calló un momento, como si pensará bien que iba a decir.

—Bueno, lo de los lobos... No lo tenían previsto, o eso nos dijeron. Se supone que estarían seguros, se supone que habían retirado a todos los animales peligrosos de la zona.

—El coyote...

Tobías miro a Oliver por encima de los lentes.

—Fue apropósito— suspiró bajando la mirada otra vez—. No sé que demonios pensaban pero... Querían ver tu fuerza y si tenías habilidad para... Derrotar algo vivo... Lo siento mucho, ni Edgar ni yo estuvimos de acuerdo, eso... Fue peligroso pero— soltó una risa sin gracia—, ya sabes... Nosotros no podemos decidir ciertas cosas.

El niño sólo asintió. Comprendía perfectamente que Edgar y Tobías podían ser superiores pero sólo para él, había una persona más arriba; Francisco.

—Como sea, los lobos realmente aparecieron de la nada. Tratamos de ir lo más rápido que pudimos, en serio.

—¿Y Kairi?— por alguna razón se sintió bien al poder preguntar eso.

Child experiments [Niño de experimentos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora