Todo es por mi culpa. Él siempre tiene la razón.
Cuando lo conocí, era mi único apoyo, todo mi mundo giraba en torno a él, le di mi vida y mi alma. No le negué nada pero era enfermizo seguir con esta relación. Estaba acostumbrada a tus humillaciones y tus golpes que hasta ya ni me dolían. Todas las fuerzas que tenía las perdí a tu lado. Me controlabas; tus celos me hacían pensar que quizá yo en verdad estaba haciendo mal, me tuviste en tus manos.
Llegó el momento, no soportaba más tanto dolor, te odiaba, verte era sufrir en silencio. Te miré, por un segundo me dio pena dejarte, entonces recordé todo el daño que me hiciste: No quiero estar junto a ti, tu presencia me da MIEDO, te odio, yo manejó mi vida, lárgate.
Rompí a llorar, él se fue y desde aquel día, gracias a Dios, no le he vuelto a ver.
